sábado, 15 de febrero de 2014

El Carnaval en Córdoba murió

CARNAVAL HUELVA / CARNAVAL COLOMBINO "Por Blas Miguel Hernández"


   Desde hace un tiempo viene aconteciendo en Córdoba una peripecia pública, en principio sociopolítica, tan extraña y sorprendente que demanda una esmerada atención. Es un fenómeno mixto, de los que llaman de función de doble trayectoria. El caso es que la Municipalidad impide a la ciudadanía la celebración de una festividad, llamada "Domingo de Piñata", con diversas denominaciones pero celebrado en todo el mundo y con una tradición de muchos siglos, al parecer por antagonismo con el calendario religioso católico. Un relato tan lineal que, aplicando el método antropológico del estructuralismo, Lévi Strauss diría que el hecho es idéntico a aquella escena tan ridícula, grotesca y melindrosa, que recordarán los mayores, en la que, mientras la televisión en blanco y negro traía los oficios religiosos de alguna catedral, se oía a cada rato la cantinela de: "Niño, no cantes, no juegues, no hagas ruido, que estamos en Viernes Santo". Una escena tan rancia, que desafina por sus sones y perfiles medievales. 

   Parece que en un primer momento hubo unos carnavaleros, porque de Carnaval y carnavales se trata, que aceptaron el apremio, según atestiguan los rumores (¿a cambio de unos euros?), con lo que, tras deslegitimarse así, se trasformaron en agentes culturales organizadores de espectáculos públicos, una tarea de interés manifiesto pero del todo alejada del propósito carnavalero. Porque, como se sabe, aquí se trata de otra cosa que sería ocioso intentar definir y describir. Un carnaval mediatizado por el poder es, como dirían los filósofos utilizando el antiguo latín, una "contradictio in terminis", una contradicción en su propia denominación, al ser precisamente una actividad cuya esencia, diríamos metafísica, está en la dialéctica con el poder, con todos los poderes. Un oxímoron como, por ejemplo, un instante eterno, una noche de sol o un carnaval controlado por el poder. Imposible entenderlo. 

   Alguna prensa nacional ya se ha hecho eco de esta extraña anomalía y puede que hasta se transforme en "treding topic". En todo caso, "desde el momento en que todo se reglamenta, hasta la diversión, siguiendo criterios políticos y concejiles, atendiendo a ideas de orden social, buen gusto, etc., etc., el Carnaval no puede ser más que una mezquina diversión de casino pretencioso. Todos sus encantos y turbulencias se acabaron. El Carnaval ha muerto". Palabra de Julio Caro Baroja.

Fuente: eldiariodecordoba.es / Juan Carlos López Eisman

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