miércoles, 8 de septiembre de 2010

2008-REVISTA OFICIAL, "El Rey de la Comedia"

   En el mundo de la farándula, siempre hay una más difícil todavía y detrás del telón se ocultan personajes reales dispuestos a encarner historias de ficción que muchas veces tienen su replica en la cotidiana existencia de los mortales. Lo má difícil es ponerse la máscara o tal vez quitársela cuando llega la ocasión y mientras tanto, el comediante, parodiador de libretos inverosímiles, deambula entre las tramoyas recitando una y otra vez la sintonía de su personaje. Aún es más difícil actuar, cuando un personaje de leyenda es real como la vida misma y su papel lo reinterpreta cada vez que exhala un suspiro de amor o derrama una lágrima de impotencia, cuando alza sus manos abiertas al cielo pidiendo justicia os e mofa de los ahítos y catedráticos banales, cada vez que cierra o abre una puerta para que pasen las musas y los artistas. Como un blanquecino mimo, va desgranando su repertorio sin aspavientos, dulcemente eficaz en el mensaje, robándole a la suerte un designio dispar e inapelable. Siempre lo mismo, día tras día, año tras año desde el principio de los tiempos.

   En el mundo de la farándula siempre hay un personaje entrañable que no hace ruido, casi ni se siente, pero forma parte esencial del espectáculo, del maravilloso desván de lo inaudito, los sueños y la lealtad. Es e amante incondicional y perpetuo de la farsa, caminante sigiloso sobre los pliegues del forillo, el verdadero rey de la comedia, el más sabio, adorable y exacto personaje del reparto. Su nombre, siempre luce detrás de los carteles que el mismo encola y adhiere a las betustas columnas de palacio, pero no le importa. Cuando los artistas caminan, nervoseando, por entre las bambalinas, y ya encendió las candilejas y lustró los violines de platea. Nadie conoce mejor que el los callejones del teatro, ni sus puertas, ni su aroma, ni su embrujo.

El rey de la comedia, vino al mundo en los albores del año 1947, cuando el hambre minaba las ilusiones de tanta gente humilde, macabramente herida por una guerra cruel y sin sentido. La serranía de Huelva era entonces un refugio privilegiado para los enfermos del alma y del estómago porque entre sus ricos siempre hubo una nimal silvestre que llevarse a la boca o castañas, peros, higos y frescos manantiales de cristalinas aguas. En la Corte de Santa Ana, Seña Trinidad que le decían los aldeanos a Doña Carmen Aguilera, parió una rechoncha criatura que desde entonces hubo de supervivir haciéndoles innumerables guiños a la precaria existencia de los mortales. Su padre Juan, tratante de ganado y fumador empedernido, casi ni se enteró de los hechos hasta que se le fueron los efluvios del divino Baco. Por aquellas tierras memorables y grandiosas zaragateba el mozuelo, venteando grano y rapiñando con destreza las necesidades de subsistencia para llevarlas al hogar. Almonaster La Real, Cortegana y Galaroza fueron sus horizontes infantiles. Dio con sus huesos, llegada la vigorosa juventud, en Huelva la marinera, vacía de malos humosy seductora promisión de los desposeídos por la suerte. Su afán y valentía le sirvieron de herramientas para labrarse un porvenir con el que proteger a su familia. Aquí  encontró calor, amigos y esa suerte, hasta entonces esquiva que ha sabido mantener a golpes de honradez, simpatía y esfuerzo. La tierra ha grabado en sus manos esos callos con los que generosamente se parte la cara cada vez que ella le hace falta contra los agravios o para levantar su gloria.

   Nadie sabe tanto de nuestro carnaval como Paco "el de Los Conejos", Para la posteridad y desde hace veinticinco años es el primero que se levanta y el último que se acuesta cuando resurgen los vaticinios del dios Momo. El rey de la comedia se llama D. francisco Aguilera Aguilera y si el, parecería que no hay carnaval en huelva, ni mujeres huidizas de sensualidad disimulada, ni siquiera puertas que abrir a la magia o carteles anunciando los eventos, ni cabalgata, ni Entierro del Choco, del que es capataz perpetuo. Si alguein merece los méritos de hacer del Carnaval  de Huelva un gran acontecimiento, no sería otro que el genuino, entrañable y genial Paco Aguilera, "el de Los Conejos"que se le escaparon de su peña en La Orden, conejillos virtuosos y alegres que danzaban al son de su batuta por las calles de Huelva disfrazados de Escarlata O´Hara con vuelos nacarados, cintillos y pecheras generosas. Todavía tiene Paco, mucha tela que cortar y nosotros que lo veamos. Honores se merece, sobradamente y este sucinto alegato debe servir como prefacio para la leyenda de nuestra fiesta.

Dedicado a Francisco Aguilera, "Paco el de Los Conejos"

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