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miércoles, 6 de septiembre de 2023

El nacimiento del Real Teatro, hoy Gran Teatro.

CARNAVAL HUELVA / CARNAVAL COLOMBINO "Por Blas Miguel Hernández"


Antecedentes y orígenes del Real Teatro; recién elevado el Teatro Mora, se sintió el humano deseo de la emulación. A don Antonio de Mora y Claros se unía don José Tejero. Cada uno podía hacer por la cultura y el embellecimiento de Huelva todo lo que se le antojase. Por eso, en la sesión municipal del 12 de Julio de 1912 , se trató de lo siguiente: “visto el informe que emite la comisión de fomento a la solicitud deducida por don José Tejero y González Vizcaíno, sobre construcción de un teatro en los solares números 17 y 19 de la calle Vázquez López (antigua Monasterio), se acordó aprobar dicho informe dejando en suspenso la licencia de construcción hasta que el Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación resuelva la instancia que dirge a dicho Sr. Ministro el solicitante”.
Esos preliminares serían truncados, cuando nada se supo de ello a lo largo de los años. Pero como ésta arteria estaba predestinada a dicha instalación, luego de existencia fugaz de un cine veraniego llamado “Cine Onuba”, gracias a la intervención de otro ilustre onubense, llegamos al prólogo de la construcción del Real Teatro. En la sesión capitular del 7 de Octubre de 1921 se concedió “licencia a don Joaquín Gonzalo Garrido para edificar una sala de cinematógrafo en un solar de la calle de Vázquez López”. Más no era eso, no. Don Joaquín pedía más al Ayuntamiento. Y, en esa misma sesión se acordó: “conceder licencia a don Joaquín Gonzalo Garrido para construir un edificio de nueva planta destinado a espectáculos teatrales y cinematógrafos en la calle de Vázquez López, nº 17, con arreglo al proyecto formulado por el Sr. Arquitecto, don Pedro Sánchez y Núñez.


El Real Teatro maravilla de ésta capital

Las obras de tan colosal edificio empezaron en seguida. La movilización de operarios para llevar a cabo con la mayor rapidez aquella extremada grandeza y galanura del proyecto del señor Sánchez Núñez hubo de ser verdaderamente masiva. No menos extraordinaria la delicadeza y extremado cuidado que aquellos artífices hubieron de desarrollar al poner en relieve tantísimos escudos reales que como
bello y simbólico ornato campeaban en la fábrica del teatro.
Maravilla de maravillas cuando estuvo terminado. Y ¿Cuándo lo estuvo?. La revista onubense “Juventud”, que se editó con mucho entusiasmo y acierto por aquellos magníficos años veinte, en su número del 12 de Octubre de 1922, viene cómo responder a dicha pregunta a través de una entrevista con don Joaquín Gonzalo, sostenida por uno de sus colaboradores. Para mejor entendimiento del lector y en honor a aquellas inquietudes de la juventud de entonces, vamos a transcribir lo más interesante de aquella charla:
-Vamos a ver, don Joaquín, ¿cuándo inaugura Vd. su teatro?
-En la primera quincena quincena del año venidero…. Con Catalina Bárcena o con la de Apolo , que hará la revista “Arco iris”, que es una cosa estupenda…
-¿Qué título va a dar Vd. a su teatro?
-Real Teatro
-¿Cuánto calcula usted que vendrá a costarle?
-Todavía no puedo saberlo. Hasta hoy mismo llevo gastadas en él unas 373.000 pesetas. Y aún falta lo principal. Diga usted que quiero que sea el mejor teatro de Andalucía. Un verdadero orgullo de Huelva.
Don Joaquín era entonces empresario del “Mora”, en cuya dirección se estaba celebrando la entrevista; pero además, según sus declaraciones, desde el citado mes de Enero sería empresario en Córdoba, en Sevilla y en Cádiz. Ello le daría gran experiencia y poder para traer al público onubenses los mejores espectáculos, teniendo ya contratada a “La Goya”, a “La Argentinita” y a “Paquita Alcaraz”…
-Y en ese su teatro…
-Quiero rendir culto al Arte, seguía contestándole el distinguido onubense. Quiero que por mi teatro desfile todo lo mejor de España y del extranjero….

Detallemos para la curiosidad de nuestros amigos
El aparejador facultativo de las obras fue don Nicolás Robles, que tenía su domicilio u oficina en Alfonso XII, 2 principal.
Respecto al título de tan bello Coliseo hemos de decir que aunque en un principio llegó a anunciarse “Teatro Real Cinema (“El Defensor”, sábado, 17 de Diciembre de 1921), sin embargo desde el 14 de Junio de 1922 ya tenía autorización regia para llamarse Real Teatro. En ésta fecha el Mayordomo Mayor de don Alfonso XIII contestó a la autorización que antes pidiera el sr. Gonzalo Garrido con el siguiente oficio:

“Su Majestad el Rey (q.D.g.), se ha dignado a acceder a los deseos manifestados por V., y en su consecuencia se ha servido autorizarle para dar el nombre de Real Teatro y colocar el escudo de España en la fachada del que actualmente está V. edificando en Huelva. / Palacio, 14 de Junio de 1922. / El Jefe Superior de Palacio (firma). / Sr. Don Joaquín Gonzalo”.

Y el teatro, orgullo de Huelva, fue inaugurado el 30 de Agosto de 1923. Y como quiera que don Joaquín gastóse en su belleza arquitectónica muchísimos miles de pesetas, creemos recordar que la gente de Huelva, siempre con su sentencia y mote a flor de labios, le puso al regio edificio “La tumba de don Gonzalo”. Inofensivamente, ¿verdad?, el Sr. Gonzalo vive actualmente en Sevilla, de donde viene algunos veranos a Punta Umbría. Y que viva muchos años, pues aquello de la tumba fue una pura fábula.

(Transcripción del artículo de Diego Díaz Hierro publicado en el diario ODIEL en la década de los 70)

Publicado el 20/10/2007

jueves, 28 de junio de 2012

1932-A "El Potaje" y a "El Silva"

   “El Potaje” era un delincuente típico de la ciudad. Se llamaba Leonardo Gómez Mora y nació en Huelva en 1909.

   En su actividad no encontramos ni idealismos, ni causas políticas que lo inspiraran. Apenas si existió afán de lucro, porque “El Potaje”, acosado continuamente por los guardias del orden público, solo pudo reunir unas cuantas pesetas.

 Pero, veamos su vida:
   Anteriormente se indicaba que nació en nuestra ciudad en 1909. A los 8 ó 9 años, “El Potaje”, un muchacho desgarbado, empieza a trabajar en la Confitería “La Victoria”, ubicada en la calle Palacio hasta finales de los noventa, donde estuvo muy poco tiempo; más tarde, lo hace en la Panadería “Rechina”, en la calle San Sebastián.

   Tenía cuatro hermanas (María, Rosario, Carmen y Francisca) y un hermano, Manuel, que fue vendedor de corbatas en Sevilla, y que tras enrolarse en la Legión caería heroicamente en uno de los episodios de nuestra guerra civil.

   La primera fechoría de “El Potaje” ocurrió así:
   Siendo Leonardo un muchacho que se fue a coger caracoles al Cementerio Viejo, en aquel tiempo ubicado en la calle San Sebastián. Le acompañaban “El Porras” y Orellana. De improviso empezó a diluviar y los tres amigos se cobijaron bajo un árbol que estaba frente a la puerta. Ante el arrecio del agua que caía, se pegaron a la cobertura de acceso a una salita, que ante la presión de los tres cuerpos se abrió. Tras pasar a su interior, curiosearon y vieron encima de una mesa el libro de registros de difuntos y, ante su sorpresa, encontraron en sus páginas una enrome cantidad de billetes de curso legal.

   Era una elevada suma que se repartieron equitativamente y a la que dieron distintas finalidades: Orellana lo guardó en su casa de Viaplana; “El Porras”, en una cochinerqa que había detrás de su vivienda, pero, “El Potaje” lo gastó en fiestas y en lujos. Ante tal derroche siguiéronle la pista, lo detuvieron y tuvo que confesar su robo.

   Esa fue la primera y última fechoría de Orellana y de “El Porras”, que vivieron el resto de sus vidas respetando la ley, pero, en cambio, fue el inicio de la carrera delictiva de “El Potaje”.

   Su padre, moguereño e invidente, bebía mucho alcohol; por ese motivo, la madre se trasladó con sus seis hijos a Sevilla. Años más tarde, según me asegura uno de sus colaboradores, su padre “murió de un golpe de sangre producido al arrancar una mata de patatas”.

   En Sevilla, Leonardo mató a un tal Victoriano, matón y propietario de la taberna “Las Tres Columnas”, sita en la calle Ancha de la Feria.

   Su familia regresa a Huelva y el sale huyendo de la capital hispalense. Es recogido por un moguereño que vivía en la calle San Andrés, bastante permisivo ya que “El Potaje” comenzó por las noches a cometer robos.

   Su triste popularidad la consigue con un hurto en la casa de los Pérez de Guzmán.

   A este siguen otros robos espectaculares como el que pertrechó en el Gran Teatro y del que salió felizmente al escapar por las azoteas hasta alcanzar la vivienda del farmacéutico Cordero Bel, ubicada en la calle Arquitecto Pérez Carasa, portando a cuestas un saco con vajillas y otros utensilios de plata.

   Un golpe fallido, y por las circunstancias que concurrieron el más conocido, lo dio, en compañía de “El Silva”, “El Amarillote”, “El Chino”, etc., en un establecimiento de La Placeta. Algún testigo dio aviso a las autoridades o quizás advirtieran agentes del orden público algo sospechoso, el caso es que se dio paso a un nutrido tiroteo que se prolongó hasta el inicio del Paseo de la Independencia.
   Allí le dijo “El Silva”:
“-¡Leonardo, qué malo me he puesto! E inmediatamente cayó, exánime, al suelo. “El Silva” tenía una herida mortal en el pecho. Se lo echó al hombro, mientras con la mano libre disparaba a sus perseguidores. Tras llegar al Hospital de la plaza de la Merced, dio varios aldabonazos y dejó en el umbral a su compinche para que fuera atendido. Momentos más tarde moría “El Silva”.

   Su fama le hizo, a los ojos de los carnavaleros, merecedor de una canción que decía:


Y el afortunado Silva
la otra noche falleció
en el Hospital de Huelva
con mucha pena y gran dolor.
Por la cárcel lo pasaron
“pa” que sus amigos lo vieran
y entre arrepentimientos y dolor
este consejo les diera:
“Amigos del corazón
y del alma compañeros,
quitaros los malos vicios
de ladrones y pistoleros.
Y cuando salgáis a la calle
poneros a trabajar
que el trabajo es la honra
de toda la humanidad”.


   "El Potaje” se refugió en casa de una tía que vivía en Viaplana. Allí se personó la policía que, tras intimidarlo a la rendición lo detuvieron sin que ofreciera resistencia.

   Esta captura conmocionó la opinión pública de Huelva y en los Carnavales de 1932 surgió esta canción:


“El quince del mes pasado
ustedes recordarán
que cogieron al “Potaje”
ese famoso ratero.
Estando acostado en su cama
en el barrio de Viaplana,
la policita ha rodeado
aquel recinto pistola en mano.
Lo cogieron y lo esposaron,
y al jefatura
se lo llevaron
y allí declararon.
El muy tranquilo ha contestado:
“Que no me achaquen
a mi tantas cosas
porque de algunas soy inocente,
de mi oficio abundan muchos
con levita y con bastón
y se sientan en el Congreso
y discuten con coraje
lo de la noble nación
y no se llaman “Potaje”.


   Tras ingresar en la prisión de Huelva fue más tarde trasladado a Sevilla, donde fue juzgado y condenado.

   “El Potaje” fue un tipo novelesco con alma de árabe, que amaba los peligros, que confiaba en su agilidad, en su pistola y en su puñal. Fue un hombre que tuvo unas circunstancias presididas por la pobreza, por la fatalidad; fue un personaje tatuado con la vitola de la mala suerte, que tenía su destino en vivir sufriendo. Hasta incluso tiene mala suerte en el recuerdo que dejó para la posteridad ya que con su historia queda demostrado que no todos los que han vivido fuera de la ley tienen esa aura legendaria que el paso de los años engrandece, como fueron los casos de Luís Candela y José María “El Tempranillo”


Fuente: Aquellos Incomparables Carnavales de Huelva (1988) / Antonio José Martínez Navarro

jueves, 17 de noviembre de 2011

El pasodoble hermano de "La Punta El Sebo levanta" rescatado del olvido.

CARNAVAL HUELVA / CARNAVAL COLOMBINO "Por Blas Miguel Hernández"
   De todos es sabido y reconocido que el pasodoble “La Punta El Sebo levanta” es oficiosamente el himno del Carnaval Colombino.

Murga 1930- "Los Viudos Alegres" 
   El pasodoble en sí está atribuido a Claudio González Domínguez, alias “Mingorance”, apodo adquirido por la interpretación de un baile que realizó en la comparsa “Los Mingorance” de 1911. Sin embargo Mingorance fue un reconocido letrista de agrupaciones que solía realizar sus composiciones con el bonareño José Ramos Martín, apodado “El Bomba”, por lo que Martínez Navarro en su obra “Aquellos incomparables carnavales de Huelva” de 1988, adjudicaba ante la duda la autoría a Mingorance.

   A mi parecer siempre opiné que la letra era de este y la música de “El Bomba”.

   Pero no es el tema de la autoría del pasodoble lo que les quiero traer hoy aquí, si no otra cuestión.

   Según algunos mayores, y así lo hice público en este espacio, el citado pasodoble habría sufrido una modificación sustancial en su letra original, más allá de la sufrida para la interpretación actual. Según esas personas el pasodoble en si comenzaba de la siguiente forma:


Huelva tu tienes que encontrarte siempre orgullosa
por ser de las capitales la más hermosa,
lo lleva escrito España…

Y que por deformidad popular habría llegado hasta nuestros días tal como lo conocemos:

Huelva te saludamos, te lo mereces
por ser la patria hermosa del onubense,
lo lleva escrito España…

   Pues bien, hoy podemos decir que el pasodoble “La Punta El Sebo levanta” es tal cual, salvo pequeñas modificaciones de adaptación a la música actual, y que lo que recordaban esos mayores no es más que otro texto distinto correspondiente a la murga de “Los Viudos Alegres” de 1930 poseedor de la misma música.

   Este es el texto del segundo pasodoble, hoy conocido, de aquellos “Viudos Alegres”:

Huelva he de encontrarte
siempre orgullosa,
eres de las capitales
la más hermosa,
que has sabido ganarte
toda la simpatía
hasta llegar al extremo
de ser la honra de Andalucía.

Tus mujeres son estrellas,
blanca paloma y lucero
que con sus ojos ilumina
a todos los astros
que hay en el cielo.
Por tu corazón tan grande
y noble de condición,
debido a tanta nobleza
quiere abusar de ti la nación.

Bella ciudad
que camina hacia el progreso,
cual la mejor
de tu industria y comercio.
Llamada estás
a ser una de las primeras
que ya llegará ese día
que tu te rías de España entera.


   El texto aquí escrito fue guardado celosamente por el maestro de música, antiguo componente de la Banda Municipal de Huelva D. Diego Picón, y cedido para su publicación en el desaparecido diario onubense “LA VOZ DE HUELVA”, siendo publicado en la sección de Carnaval que escribía por aquel entonces D. Manuel Silván Rodríguez, Pregonero del Carnaval Colombino 2011. Esta publicación vio la luz el 15 de febrero de 2000, pasando totalmente desapercibida para el mundo carnavalero hasta el día de hoy.

   La Agrupación Antológica Colombina “Los Ciquitraque” incluirá en su próximo trabajo el montaje y grabación de este texto con su conocida música.

sábado, 17 de julio de 2010

Origen Cristiano del Carnaval gaditano y andaluz

CARNAVAL HUELVA / CARNAVAL COLOMBINO "Por Blas Miguel Hernández"
Un Carnaval por descubrir 

Pocas cosas hay más gaditanas que el CARNAVAL, pero esta fiesta popular entraña algunas incógnitas para las que los historiadores no han encontrado respuestas fehacientes. ¿Cuál es su origen?¿Quiénes eran los autores de las primeras canciones patrióticas?¿Dónde se cantaban o se escribían los versos satíricos en 1808? Santiago Moreno, autor de 'Bromas, burlas e independencia' junto a José Joaquín Rodríguez, y José Marchena, investigadores de la Universidad de Cádiz, desvelan algunas de las curiosidades de la fiesta nacional más provocadora.

Algunos autores apuntan a las fiestas de la antigua Roma o de la civilización egipcia como origen del Carnaval, aunque esas suposiciones, de corte «romántico», no pueden ser directamente vinculadas a la fiesta gaditana. Lo que Moreno y Marchena sí defienden es que, como indicó Julio Caro Baroja, «el Carnaval es un hijo pródigo del cristianismo». «De esta manera, suponemos que el Carnaval en Cádiz al tener carácter urbano, tiene origen cristiano. Se cree que es a partir del siglo XI cuando surgen estas fiestas», admiten. Se tiene constancia de la existencia de la fiesta desde el siglo XVI, posiblemente porque la convulsión de la vida política de siglos anteriores «hizo desaparecer la documentación de la época, aunque eso no quiere decir que no existiera».

La época que sirve como eje para los investigadores coincide con los comienzos del siglo XIX, cuando España afrontaba la ocupación francesa y la hostigación de su comercio por la flota inglesa, que fielmente reflejó Pérez Galdós en su novela 'Trafalgar'. Los gaditanos encontraron la manera de burlarse del invasor con ese salero que, según los investigadores, provenía "de la idiosincrasia de las gentes que hacen su vida en un lugar en el que hay un cruce de culturas. Cádiz, como puerta a las Américas, recibió influencias de muchos lugares. Posiblemente esto, de alguna manera, impregnó el caracter del gaditano".

A través de tonadillas, sainetes, escritos y canciones patrióticas que bromeaban y hacían burla tanto del enemigo francés como del traidor afrancesado, los gaditanos brindaban con vino y se vestían de la forma más pícara. Versos tan mordaces como: «Por una Real Provisión, se ha mandado publicar que la silla de cagar, se llame Napoleón...», escritos por personas anónimas, eran coreados y cantados con gracia. «No hay duda de que sus autores fueron personas muy letradas. Otra cosa es que el pueblo las escuchara e hiciera otras versiones propias. Pero es demasiado pronto para aventurarnos en esto», explican los investigadores.

Las canciones y versos se difundían «en fiestas privadas (en principio, por las sucesivas prohibiciones)», suponen Moreno y Marchena, «pero también en actos públicos, como en los teatros. Cádiz tenía en aquel entonces gran número de ellos, algunos incluso en barrios muy populosos. Tenemos constancia de que se editaban en las distintas imprentas de la ciudad, a veces como hojas sueltas, otras como pequeños libretos», aseguran.

Un apunte curioso es el origen del lanzamiento de agua por los balcones, que hoy en día todavía se mantiene en muchas fiestas populares. Se dice que los terratenientes caminaban con una vela encendida por las calles el martes de Carnaval, si al amanecer la vela seguía candente se aseguraban de tener buena suerte el resto del año. Así, los que creían que la suerte debería ser repartida de forma equitativa lanzaban agua por las ventanas para apagar las velas.

BURLANDO LAS PROHIBICIONES

Respecto a las prohibiciones que intentaron amedrentar la fiesta, el antecedente se encuentra en 1716, cuando la Corona prohibió los bailes de máscaras. Las órdenes fueron desobedecidas y en patios y calles, la gente lanzaba flores para olvidar su pésima suerte. Durante varias décadas, se acostumbró a burlar las continuas prohibiciones de las autoridades y el Carnaval llegó al siglo XVIII con cierto esplendor, quizás por la situación boyante que se vivía en Cádiz.

«El desorden social siempre ha sido temido por los gobernantes. El Carnaval es una fiesta donde incluso los roles sociales se intercambian. El pobre se viste de rico y viceversa. E incluso el hombre de mujer, y al revés», afirman, «en un reino como el español, católico, tan temeroso con las ideas que provenían de otros países, el Carnaval era un tiempo propicio para la apertura de lo que en otros momentos del año no era posible».

Un ejemplo de las limitaciones que el poder ejercía sobre el festejo es el Decreto del Gobernador Militar y Civil de Cádiz, Don Manuel Lapeña, en 1808, en el cual a pesar de permitirse la fiesta, se prohíbe «dentro de las propias casas o calles, podrá persona alguna, sea de la clase o condición que fuese, andar con alborotos ni músicas, solos ni en cuadrillas; echar aguas por balcones, ventanas o azoteas...». La realidad era otra. La prohibición era sorteada por la gran mayoría de la población, que se las ingeniaba para dar rienda suelta al espíritu festivo.

El ambiente de libertad que empezó a ser protagonista una vez promulgada 'La Pepa' también dejó su impronta en la historia del Carnaval de Cádiz, tal y como concluye Alberto Ramos Santana, director del Departamento de Historia de la Universidad de Cádiz: «Tengo para mí que la historia del Carnaval es la historia de una lucha por la libertad, o lo que es lo mismo, de una lucha por la supervivencia. Repasar las disposiciones emanadas desde el poder sobre el Carnaval, es leer una larga relación de prohibiciones y cortapisas que tratan de hacer desaparecer, o controlar una manifestación popular que sólo se desarrolla en un marco de libertades públicas».

Al igual que en Cádiz, estas costumbres y prohibiciones eran parejas a lo largo de toda la geografía andaluza, lo que nos sirve para interpretar el origen de nuestro Carnaval, no tan dispar por la simple lógica de la distancia geográfica.


lunes, 19 de octubre de 2009

1895-CARNAVAL DE HUELVA (III) "Domingo de Piñata"

El cierre del Carnaval de 1895 se producía el domingo de Piñata, 4 de marzo.

Ha sido el primer día del año que corre que podemos calificar de brillante y hermoso. ¡¡¡Ni una nube lo empañó!!!.
Son pocas tres admiraciones para tan gran día, porque se puede asegurar que todos los onubenses, por lo menos, quedaron al despertar admirados de día tan hermoso.
Excusado sería relatar la inmensa alegría que reinó ayer en Huelva, sumida desde hace tres meses en nubes y agua, con un día tan superior como el domingo. (Aún estaba por llegar la riada del día 10).



Desde primeras horas de la mañana hasta las últimas de la noche, las calles de la capital fueron un inmenso manicomio, y principalmente la de la Concepción, que tomó el animado y pintoresco aspecto de otros años antes que se estableciera la costumbre de tirar confetis a los balcones, costumbre que vino a dar al traste con el paseo en dicha calle, y que por fortuna ayer volvió  a su antiguo estado, gracias al bando de la Alcaldía, que tuvieron a bien respetarlo.

Casi todas las comparsas de los días de Carnaval recorrieron ayer las calles de modo bien original.
Por discusiones entre los asociados de cada una de las comparsas, se habían dividido y separado, uniéndose los discordes de una a otra y viceversa: así que siete chinos iban unidos a catorce amas de cría, y cinco negritos con unos cuantos marineros, y así sucesivamente. Los que continuaban en indisolubles lazos fueron "Los Pelmas".
La Tuna Andaluza, compuesta por de más de cuarenta individuos, recorrió las calles, postulando para el objeto benéfico.

Los bailes

Desde muy antiguo es ya sabido que los bailes de Piñata son los más animados en Huelva, lo mismo los del Círculo Mercantil que los del Casino de Artesanos y la Cooperativa.
Todos estuvieron animadísimos, y no terminaron hasta cerca del día, dejando a los jóvenes de ambos sexos gratos recuerdos y no pocas esperanzas de que se realicen promesas hechas durante un rigodón o las vueltas del vals. Promesas que lleva el viento, dirán algunas jóvenes desconfiadas. Ya vendrá el cura, les decimos nosotros; que más matrimonios hace un día de Carnaval que una cuaresma entera.


El Carnaval y la beneficencia

Algunos de los actos que se hacían por aquél entonces por el colectivo carnavalero, iban enfocados a recoger efectivo para los pobres, así en el presente Carnaval, el Casino de Artesanos propició una colecta entre sus socios para ser repartidas entre los más necesitados el Domingo de Piñata. Y la estudiantina "Tuna Andaluza", lo que hoy sería un coro, recorrió las calles de la capital con el mismo propósito. Como anécdota, esta, a fin de que la colecta fuese a parar a manos acertadas, los necesitados por el efecto del temporal, el dinero solicitó se depositase en las casillas de beneficencia del Ayuntamiento, cuyas llaves obraban en poder exclusivo del Sr. Alcalde. Esta medida de celo no iba dirigida a la incuestionable honradez de los miembros de la estudiantina, sino más bien como llamada de atención hacia otras agrupaciones que hacían colecta para repartirse entre ellos lo recaudado en beneficio propio. 

Las bromas.

Antes y durante el Carnaval, las bromas seguían haciendo de las suyas en la ciudad de Huelva, unas inocentes y otras no tanto, caso de una que terminó con los autores en el cuartelillo.
Al parecer, unos jóvenes ataron un alambre en los topes que impiden el paso de vehículos por la calle de la Concepción viniendo desde la Placeta, a la espera de que algún alma despistada pasase, ya en horas nocturnas, y enganchase sus pies en el alambre. Más de uno fue al suelo, produciendo lesiones entre los sorprendidos caminantes. La nota característica es que aquellos que no cayeron en la trampa se sumaron a la broma, jaleando y riendo la gracia de tan mala idea.

¡¡Pues vaya unas bromas delicadas y cultas, poner los medios para que el prójimo se rompa la crisma, y reírse, aplaudir y silbar cuando esto sucedía!!" , bromas de chiquillos y propias de la época de carnaval.   

domingo, 18 de octubre de 2009

1895-CARNAVAL DE HUELVA (II) "Un Carnaval pasado por agua"

Continuamos relatando lo que fuese el Carnaval en Huelva de 1895:

El martes fue un día desagradable y lluvioso, pero esto no fue suficiente para quitar el buen humor a los que gustan del Carnaval, sino por el contrario y quizás porque traían velocidad adquirida de los días anteriores, lanzáronse a la calle máscaras y comparsas sin preocuparse de la lluvia.


(Tienda de Baltasar)


Las comparsas por la tarde parecían pelotones de gente de guerra después de una derrota. El número de sus individuos había disminuido notablemente, y los que continuaban fieles a su bandera, que plegada al asta escurría agua, daba casi compasión el verlos.  
La comparsa de "Los Chinos" era la más derrotada. ¡Hasta el bigote habían perdido en el aguaje!. La de "Los Zaragozanos", que decían no rendirse al francés, sosteníanse a duras penas al continuado cerco de las nubes. A Agustina Zaragoza le llegaban las zarpas a las caderas, y el agua había ablandado su pecho de estopa o algodón en rama.
A la de "Los Artilleros", se les mojó la pólvora; a los de "El Café cantante" les bautizaban las canales la manzanilla: y a "Las Nodrizas"se les retiró la leche por los enfriamientos de las lluvias; más a pesar de tales destrozos hubo siempre en todas ellas número suficiente de valientes para sostener el pendón.
La de "Los Permas" fue la única que más bien aumentó que disminuyó: y se comprende. Formada con gentes de la Pescadería se crecían al agua. Son anfibios.

La calle de la Concepción estuvo ese día más animada que los anteriores. Connaturalizada ya la gente con la lluvia  es necesario que caiga esta a torrente para percibirla, así no era extraño ver que paseaban sin cuidarse
de la llovizna, no solo las máscaras y muchos ejemplares del sexo fuerte sino muchachas bonitas.

Los bailes

Círculo Mercantil: El celebrado en esta Sociedad en la noche del martes fue de los mejores que allí se han celebrado y que nos hizo recordar aquellos que hace algunos años cuando, no habiendo en Huelva ninguna otra Sociedad que dieran bailes de máscaras, ejercía el Mercantil la exclusiva en esta fiesta, llevándole de ventaja el del martes a los pasados a que hacemos referencia, un marcado progreso de cultura y buen gusto que se hace bien notar.

Las numerosas señoras y señoritas que fueron de sala, honraron la fiesta vistiendo sus mejores trajes y galas que realzaba su hermosura; los caballeros vestían de frac, smoking o chaquet negro, teniendo el baile en los primeros momentos el carácter de una elegante "soirde" hasta que fueron apareciendo las máscaras en tan gran número que pronto convirtieron el salón en colosal y zumbador enjambre de picantes abejas dando malos ratos a muchos zánganos.
A las doce y media el baile estaba en su apogeo, y en este estado continuó hasta las cuatro, hora en que se bailó el "pas a quatre". Hasta entonces no vimos que se fuera nadie de tan numerosa concurrencia como llenaba el salón y las galerías del piso principal. Aunque de dadas las cuatro se retiraron algunas familias, el baile duró hasta las cinco, con la particularidad de haber estado hasta esta hora lleno casi por completo el salón.

Casino de Artesanos: A las diez y media dio principio la entrada de las máscaras en ese animado centro de recreo, y a las once y media se les hacía poco menos que imposible poder bailar al medio centenar de parejas que se entregaban  a los giros de la polka y vals, y con el ensordecedor ruido de la charla de cien máscaras daban vértigos y mareos, a los retirados del servicio se entiende, que los que pertenecían al ejército activo y reclutas disponibles les sabría aquel aquelarre a mieles y a gloria.
El sofocante calor que se sentía obligó a muchas máscaras a despojarse del antifaz y..."bendito sea el calor, dijo un retirado, así podremos gozar con los ojos, ya que las manos y los pies están en el cuartel de inválidos".
-Y tenía razón-. Rojos como amapolas y chispeantes los ojos como brasas de lumbre, fueron apareciendo rostros hechiceros en cuerpos airosos y de garbos superiores.
Y tras de un número otro número y venga a bailar, hasta que las claras del día dijeron aquí estamos.

Las que bailaron en el Casino de Artesanos no pudieron tomar las cenizas el miércoles de ídem. La que más temprano se levantó lo hizo a las doce, y a esa hora ¡buena ceniza nos de Dios!


Sociedad Cooperativa: ¿Por qué tienen tanto empeño las gentes en concurrir a los bailes de la Cooperativa?.
Fosos y barbacanas se necesitaban en la noche del martes para poner a cubierto la entrada al local de la calle "Señas" en que se aloja esta Sociedad, y es que siendo estrecho el salón de baile, estrecho para contener tanta gracia y alegría como derrochan las hermosas mujeres que allí acuden, estaba limitada su entrada a los socios de siempre, y estando por consiguiente su ingreso a los advenedizos de ocasión, no faltó quien quiso entrar forzando la entrada.


Ya se sabe que la prohibición es aliciente del deseo, y las dificultades de ingresar en el baile de la Cooperativa, aumentó en muchos el afán de entrar.

Se bailó de lo lindo y con la confianza propia de la gran familia de obreros que formaban la Sociedad, hasta las dos de la mañana, en que acordaron los socios dar por terminada tan agradable fiesta, con bastante sentimiento de los numerosos concurrentes.

El Carnaval pasó dejando a la juventud gratos recuerdos.
El domingo de Piñata volverá por algunas horas a reinar de nuevo la locura en las calles y la alegría y el placer en los bailes de máscaras.



A parte de los bailes de máscaras, algo más que típico en los carnavales de Huelva de siglo XIX, las agrupaciones, fuera de concurso alguno, estudiantinas, comparsas y murgas, a demás de cómicos en número de uno a varios por determinar, salían a las calles de Huelva, concentrándose en la popular calle de la Concepción y deleitaban a los transeúntes con sus coplas y sus gracias. Hoy en día esta costumbre de los lunes, martes y domingo de Piñata, ha sido reducida al sábado previo a la cabalgata, utilizando el mismo espacio escénico de aquel entonces.

Apuntamos una nota en las mencionadas agrupaciones colectivas del ayer, que iban provistas de pendones que identificaban a la formación a la que pertenecían, al más puro estilo de las tunas. 

Por último identificamos para el lector la popular calle de "Las Señas": la citada calle donde dice el texto se ubicaba la Sociedad cooperativa, es una calle que vio la luz avanzado el año de 1500, bajo la denominación popular de la Ceña o Aceña, por ser el lugar donde se ubicaba la aceña que abastecía de agua a los huertos de las casas y del desaparecido convento de San Francisco, donde hoy se emplaza el Ayuntamiento. Su nacimiento fue provocado para unir el centro de la ciudad con la última calle, la del "Berdigón".
 Mantuvo el nombre de "Las Señas" hasta 1868, cuando fue rotulada como calle "Alcolea", en memoria de la batalla de Alcolea que destronó a Isabel II, recuperando su nombre primitivo en 1875. Llamada también del General Azcárraga, Presidente del Consejo de Ministros, entre 1897 y  1924, cuando recibe el nombre de General Primo de Rivera. En 1931 en el advenimiento de la república se la llamó Capitán Galán, aunque vuelve en 1936 a llamarse G. Primo de Rivera. Actualmente la conocemos como calle "Arquitecto Pérez Carassa".  En esta calle además de la Sociedad Cooperativa, estuvo emplazada la muy conocida tienda de Baltasar, carnavalero del ayer de nuestra ciudad.

jueves, 8 de octubre de 2009

1895-CARNAVAL DE HUELVA (I) "Un Carnaval pasado por agua"

El Carnaval de Huelva de 1895, estuvo marcado por la inclemencia del tiempo, ya que en desde primeros de enero prácticamente no hubo día alguno que parase de llover, además de los fuertes vientos que se registraron.

Como cada año antes de las mismas fechas de Carnaval, ya se dejaba ver el trasiego de las agrupaciones y de alguna que otra precoz máscara que se echaba a la calle a primeras horas de la noche. Así se recoge en el diario La Provincia de lunes 4 de febrero de 1895:


"Siguiendo la tradicional costumbre, cuando entramos en el mes de Carnaval comienzan a verse de noche gran número de máscaras.
Anoche, a pesar de estar algo lluviosa y frío, fueron en gran número las máscaras que vimos; bien es verdad que como la diversión de ellas no está en la vía pública sino en las casas de sus amigos, donde entran a dar un rato de broma, no se les agua su fiesta por mucho que llueva."

Del mismo modo, las agrupaciones y los típicos lugares en donde se preparaban los bailes, ultimaban los detalles de lo que serían las fiestas, como encontramos en el siguiente apunte de 10 de Febrero:

(Derecha: Casa de Los Garrochos, s.XVI. en c/La Fuente. Derribada a finales del s.XX)

"Sin duda por vía e ensayo recorría anteanoche a las once, las calles de la ciudad, una estudiantina de las que se preparan a salir en el próximo Carnaval".


"Notase bastante animación entre el elemento joven, socios del Círculo Mercantil, en la preparación, animación y propaganda  de los bailes que han de celebrarse en los salones de tan culta sociedad en las próximas carnestolendas, los cuales prometen revestir su antigua y tradicional importancia.
Hablase ya de los trajes que preparan algunas señoritas, que por lindos y caprichosos han de llamar soberanamente la atención. Sabemos de varias señoritas de buen humor que irán de japonesas y de un marido feliz que irá de chino, cosa no extraña, pues en la realidad de la vida todas las mujeres son japonesas y todos los hombres formamos un ejército de chinos.
Sidi-Brisha tendrá también digna representación, pero queda prohibida la entrada a los Fuentes que pegan. Con esto se asegura el equilibrio del baile y con todo orden podrán danzar todas las nacionalidades y todas las razas, desde las hijas del Profeta, y de Confucio, a las hermanas de la Caridad y hermanas descalzas y calzadas."


PROGRAMA DEL CARNAVAL DE HUELVA 1895
( 25 y 26 de febrero y 3 de marzo)

BAILES DE MASCARAS

-Sdad. Círculo Mercantil y Agrícola:

Tres bailes de adultos; domingo 24, martes 26 de febrero y domingo 3 de marzo. El comienzo de los bailes será  a las diez de la noche y se prolongarán hasta la madrugada.

Dos bailes infantiles; lunes 25 de febrero y domingo 3 de marzo, en horario de una a cinco de la tarde.

-Sdad. Casino de Artesanos:

Tres bailes de adultos; domingo 24, martes 26 de febrero y domingo 3 de marzo. El comienzo de los bailes será a las diez de la noche y se prolongarán hasta la madrugada.

Dos bailes infantiles; lunes 25 de febrero y domingo 3 de marzo, en horario de una a cinco de la tarde


-Casino de Huelva:

Un baile de máscaras para el lunes 26 a las diez de la noche.

-Sociedad Cooperativa:
tiene previsto celebrar bailes tanto de adultos como de niños todos los días de Carnaval.
El Carnaval se limitaba oficialmente a tres días concretos, lunes y martes de Carnaval y domingo de Piñata. En la organización de los bailes se tenía en cuenta el domingo anterior al lunes de Carnaval, pues los inicios de estos eran a las diez de la noche con lo cual desembocaban en el propio lunes, por otro lado, durante lodías previos y e los restos de los días que restaban hasta el domingo de Piñata, era fácil ver máscaras por doquier. Veamos como transcurrió aquel Carnaval:


Aunque la situación económica de la clase obrera era bastante deficiente, la mayor parte marineros o con oficios relacionados a la pesca, debido al mal tiempo reinante que limitaba las salidas a la mar, la sociedad onubense se echó a la calle durante las fiestas de Carnaval, poniendo color a una ciudad triste por la situación y poco luminosa, ya que el astro rey se había dejado ver muy poco en lo que iba de año.

(Calle de Sagasta, actual Jesús Nazareno. Círculo Mercantil a la derecha, la de los arcos.)

"...desde muy temprano viéronse por las calles gran número de comparsas e infinidad de máscaras alegres y dicharacheras.
En estas últimas no vimos nada de novedad: la misma indumentaria de siempre. De las primeras algunas estuvieron bien presentadas, especialmente la de chinos con su palacio ambulante.
La nota graciosa la dieron el primer término, "Los Permas", con letra de Salvador y música indígena, que ilustrada con grabados en el texto, (a estilo de Romancero), por el mismo Salvador y...

Dios le de salud,
al montañés que apagó la luz.


Estribillo con que ponían fin a sus cómicas y originales canciones. También cantaban un popurrí de 25 canciones, por lo menos,  que hacía reír a un marmolillo.


La del organillo fue también original concurrencia: en un carrillo de mano se simulaba con lienzo un piano, en el cual se ostentaban varios atributos. El artista cogía con marcada sobriedad el manubrio del organillo, y al dar vueltas sonaba una estrepitosa y disonante cencerrada que producían dos muchachos que iban dentro del simulado instrumento, golpeando latones y cencerros, quizás con pies y manos y tocando disonantes pitos. El jorobado del agua recogía las propinas.

La animación en las calles duró todo el día y gran parte de la noche.

Los Bailes

Círculo Mercantil; no estuvo en verdad tan concurrido de máscaras como el de otros años, el baile dado anteanoche, no obstante, fue grande la animación que reinó hasta las cuatro de la mañana en que dio fin el baile con las populares sevillanas bailas por preciosas y simpáticas señoritas.
El Comandante y oficialidad del buque italiano "Chioggia", que asistieron desde primera hora hasta que terminó, mostráronse muy complacidos de las atenciones que se les dispensaban por la sociedad e hicieron constantes elogios de las andaluzas. Bailaron casi todos los números.
Terminado el baile el presidente del Círculo, señor Vázquez Zafra, los obsequió con una expléndida cena, en la cual reinó la natural alegría y la expansión consiguiente a unas buenas marcas de Jeréz y de Champagne.


Casino de Artesanos; en este Casino, al igual que en el Círculo, no fue la concurrencia tan numerosa como la de  bailes anteriores, pero como siempre, reinó la expansión y la alegría. El baile duró hasta cas el día.


Sociedad Cooperaiva; fue sin duda el baile más concurrido de los celebrados, en la noche del domingo, dada la capacidad de que dispone esta sociedad, (lo extrenaban ese año dejando el viejo local). Este fue estrecho durante todad la noche y madrugada para contener tan gran número de máscaras. El baile terminó ya bien de día.

(Calle del Palacio, se llamó Joaquín Costa de 1911 a 1931. Llamada del Palacio por albergar parte del Palacio de Los Duques de Medina Sidonia, Condes de Niebla, construído en el s.XVII)  

Casino de Huelva; La fiesta celebrada anoche (lunes 26) en el Casino de Huelva, resultó como ya habíamos supuesto, brillantísima.
El local en que se encuentra instalada esta sociedad que, como todos sabemos, está decorado en verdadero gusto, fue sin embargo previamente engalanado en la forma apropiada para la fiesta que se preparaba. Plantas, flores, alfombras, raso, objetos de arte y de lujo y  gran profusión de luz, aumentó en grandes proporciones la belleza del salón principal como las demás estancias de casino. La severidad del decorado del salón de baile contrastaba de modo saliente como la blanca alfombra, produciendo agradable efecto.
El tocador para las señoras, pieza improvisada de modo ingeniosa para subsanar la estrechez del local, resultó de gusto exquisito.
A las diez y media comenzaron a entrar las señoras en el salón y a las once el cuarteto dirigido por el profesor, don Rafael Martín, preludió el vals.
Señoras y señoritas lucían elegantes trajes y elegantes tocados. No hubo ninguna máscara como creímos, pues el baile a última hora tomó el rumbo de etiqueta.
A las doce el salón presentaba un bonito cuadro  de luz y colores, y la animación y alegría reinaban en el. No fue muy numerosa la concurrencia, pero si distinguida.
A la una sirviose un ponche y a las dos y media se abrió el buffet. Este fue presentado y servido con mucho gusto y esplendidez.
Sirviose en abundancia pavo en gelatina, ternera, jamón en dulce, emparedados de varias clases, pastas, exquisitos dulces y en licores marrasquino de Sara, curacao, ponche sueco, crema pialine y otros. Tanto su presentación como la bondad de los artículos acreditarían, si ya no lo estuviera, la repostería del Casino de Huelva.


Terminado el buffet volvieron las señoras de nuevo al salón, bailándose algunos números más, terminando tan agradable fiesta a las cuatro de la madrugada.
Entre las señoras y señoritas que asistieron, recordamos a la de Melo, Molina, García López, Corte (don Enrique), Spínola, Ramírez Cruzado, Díaz, Mora (don Andrés), Iñiguez, Vinuesa, Delgado, Ugarte, Jaldón, Vázquez Pérez (don Nicolás), y señora viuda de Albelda.
Señoritas Aurora Iñiguez,  Justita y Mª Luisa Moliní, Matilde Spínola, Luisa Orejuela, Teresa Capmany, Lola Jaldón, Mª de los Dolores García,  Cristina Vizcaíno, Carmen Albelda, Margarita Vázquez, Felicidad, Mª Luisa y Aurelia Mora,  Eulalia Martínez, Isabel y carmen Ugarte, Isabelita Martínez, Carmen López, Pepa y María Limón, Carmen Bellido, Cecilia García López, y sentiríamos que nuestra memoria nos hubiese
hecho traición djando en el olvido a alguna.

En su mayoría las señoritas vestían trajes celestes, rosas, blancos y algunas cremas y negro ylos caballeros de frac o smoki.
La fiesta del Casino de Huelva quedará como grato recuerdo para los jovenes que a ella asistieron. Tanto la Junata Directiva de la Sociedad como la Comisión organizadora del baile, estarán satisfechas de éxito obtenido.

Baile de niños

Tanto el celebrado en el Círculo Mercantil, como al del Casino de Artesanos y al de la Sociedad Cooperativa, concurrieron muchos niños.
Numerosas familias pasaron agradablemente la tarde viendo disfrutar a la gente menuda.

Como en la casa del pobre dura poco la alegría, el sol que por primera vez en el mes que corre se había despojado el domingo del antifaz de negras nubes que ha venido usando, pusoselo de nuevo en la mañana del lunes, aguando la fiesta de Carnaval que con tan buenos auspicios empezó.
Amaneció lloviendo el ya mencionado lunes, más este día, único hasta ahora la inconstancia típica de febrero, a ratos llovía y a ratos el señor de Febo asomaba su vergonzosa faz por ntre desgarrones de nubes.
Estas intermitencias fueron bastante para animar a máscaras y comparsas, las cuales fueron saliendo a la calle, teniendo más de una vez unas y otras que coger el olivo, es decir, guarecerse en los portales de las casas inmediatas, miestras pasaba el intermitente cuanto inoportuno chubasco. 


domingo, 4 de octubre de 2009

1895-UN CICLON AZOTA HUELVA



Corría el año de 1895 y tan solo en los dos primeros meses del año se habían recogido más precipitaciones que en todo 1894, el mal tiempo era la comidilla de la ciudad de Huelva, así como de los pueblos de su provincia y las provincias limítrofes de Sevilla y Cádiz, en donde el temporal también se sació con las desventuras.


En las reuniones, en la prensa, en todas partes y en cualquier momento de cada día estaba presente el temporal y la eterna pregunta; ¿Cuando acabará esto?.


El 10 de marzo de 1895 sobre las nueve de la mañana, la vieja Onuba recibió uno de los ciclones más devastadores que recordase paisano alguno y que reino hasta bien transcurrido el siguiente día.
Transcribimos la narrativa de lo acaecido según se contó en el diario La Provincia en su edición del martes 12 de marzo del mismo año:




(Foto: corresponde a la primera mitad del s.XX. Bda. de la Reina Victoria con la carretera de Sevilla que trascurre hacia la Isla Chica. Se aprecia un puente sobre el terreno de la carretera por donde entraban las aguas, a la izquierda el campanario del Sagrado Corazón, construido en 1929)


EL CICLON DE ANTEAYER


   No hemos conocido día más imponente que el de anteayer.
Desde las nueve de la mañana viose que el viento Sudeste que había corrido desde temprano enviando algunos chubasco, se iba acentuando de tal manera, que a las once se hizo tan violento que causaba temor, oyéndose constantemente ruido de persianas, vidrieras y cristales de las farolas del alumbrado público que se rompían, unido al sordo rumor que producía la mar.



De doce a una se hizo el aire tan violento, que era difícil transitar por las calles so pena de ir expuesto ha ser derribado o a seguir el rumbo que le marcara el viento.
Como se hiciera tan perceptible dentro de la población el ruido del oleaje del río como si fuese embravecido mar, salimos con ánimos de asomarnos al muelle a ver el aspecto del río, que desde luego suponíamos imponente.



Al llegar a la calle Almirante H. Pinzón, vimos gente que retrocedía deprisa trayendo la alarmante noticia de que el río entraba ya en la población.
Efectivamente: al llegar a la esquina del cuartelillo de carabineros vimos la dificultad que había de pasar adelante, pues las calles Odiel y Gibraleón estaban cubiertas de agua, uniéndose esta con la de la entrada de la calle Almirante H.Pinzón. (Se hace alusión a las calles que a día de hoy mantienen dichos nombres y que trascurren paralelas a la actual Avda. de Federico Molina, en la zona de la Isla Chica. De la calle Almirante H. Pinzón  hasta la calle Gibraleón se traza una línea recta pasando por lo que en aquel entonces no existía, la iglesia del Sagrado Corazón y terminando en lo que conocemos hoy como Los Cuartelillos, en la calle Roque Barcia).  
Como la explanada del candelabro está algo más elevada así como la entrada del paseo del muelle, logramos pasar allí vadeando la corriente que se precipitaba por lo último de estas calles.
El espectáculo que se nos ofreció a la vista desde dicha explanada era imponente, pudiéndonos mantener en dicho sitio con gran trabajo, pues el aire casi nos derriba. 

El Odiel era un inmenso hervidero: sus olas gigantescas eran arrebatadas de la masa líquida por los torbellinos de aire que, elevándolas a gran altura, las arrojaba con fuerza a grande distancia, al mismo tiempo que parecía querer escupir de su seno un sin número de pequeñas embarcaciones que parecían saltar por el muro de la rampa.
Todos los barcos que se encontraban anclados en ese espacio de darnesa que forma el río entre el muelle del puerto y el de Río-Tinto, rompiendo uno de sus amarres y cadenas, otros garrando sus anclas, se habían precipitado sobre el muro antes dicho y sobre el muelle de hierro, chocando de modo violento, haciéndose pedazos sus cascos y tronchándose sus palos y antenas.
Las barandas del muelle de hierro se doblaban y partían en grandes trozos a tan terribles topetazos, y del maderamen del piso saltaban en grandes astillas los tablones.


(Foto: Detalle del muelle de Río-Tinto, al fondo de este la Estación de Sevilla. Final s.XIX y primeros s.XX)

Como monstruos salidos de aquel mar hirviente, veíanse a algunos hombres luchando a brazo partido con los elementos por salvar el barco, que constituye toda su hacienda o en cumplimiento del deber de defender los intereses a ellos confiados.
Un falucho de Ayamonte con carga de cal, al ser esta mojada, producía humareda grandísima, formando terrible contraste aquel simulado incendio.

Algunas balandras, candrais, laúdes y faluchos estaban ya en el fondo dejando ver los palos y jirones de su velamen, cuando nos retiramos de este punto, para ver lo que sucedía por la parte del muelle de madera.
Un tren sin máquina. Un bote en el paseo. Un kiosco de viaje.



(Antiguo Paseo del Muelle, primeros s.XX)

Cuando fuimos a tomar la entrada del paseo del muelle, sentimos detrás el ruido del tren de Zafra que venía como de la Estación de Sevilla, viendo con asombro, que eran solo tres vagones que corrían empujados por el viento hacia la Estación de Zafra.
La cancela estaba cerrada haciéndola añicos del topetazo que sobre ella dieron los vagones, entrando así en la estación.

Cuando dimos vista al paseo del muelle nos convencimos que era imposible pasar adelante. El río lo cubría por completo hasta la altura de los asientos de los bancos. En uno de los primeros de estos nos subimos, pues el agua seguía avanzando, cuando observamos que por paso que conduce a los talleres de la línea de Zafra salía nadando un bote el cual quedó varado en mitad del paseo, y el kiosco que sirve para la venta de los billetes de baños salía también nadando, muy tieso, sin volcarse ni nada, yéndose contra el restaurante de Vedia.



(Estación de Sevilla, 1901)

La estación de Zafra

A la Estación, propiamente dicho, no llegó el agua; más los jardines de las oficinas eran un lago en el que sobresalían cipreses, araucarios, rosales y otros arbustos: era aquello el mar del Sargazo.
La cochera, talleres, fundición y algunos almacenes estaban anegados. El muelle de esta Compañía estaba completamente cubierto por las olas, viéndose encima de el el vaporcito América, que había roto las amarras y había quedado varado sobre el muelle, estando en el mismo estado dos o tres balandras y algunos botes.
Allí vimos al director, señor Soto, y al ingeniero, señor Olanda, dando las convenientes disposiciones para que los barcos no quedasen sobre el muelle al bajar la marea, y para evitar que el agua no arrastrase varios millares de traviesas que están apiladas en el terraplén y que el agua casi las cubría. 



(Antigüa Estación de Zafra)


Al muelle de hierro

Cuando la marea comenzó a bajar y a descender la inundación del muelle, logramos pasar primero el muelle de madera, que era un depósito de broza, lona y otros despojos que en el habían dejado las aguas.
Ya en el muelle de hierro el espectáculo era imponente. Con suma dificultad podía por el transitarse. Cubrían la vía antenas, palos y velas hechas jirones de los diez o doce barcos que se habían hecho astillas chocando contra el.
La baranda de hierro de la parte Sur, estaba destrozada por completo y la casetilla del guarda-aguja derribada y hecha pedazos.
En la plataforma encontrábanse el Ingeniero director, don Luís Moliní, como capitán en el puente del barco, dando órdenes al jefe del muelle, señor Fernández y a dos o tres docenas entre buenos obreros y bravos marineros, trabajando como leones, los primeros en la defensa del muelle de las embestidas  que le daban los barcos contra el aconchados, y los segundos, embarcados unos en el vaporcito y otros en los botes, hacían heroicidades inútiles luchando con las olas, sin poder conseguir el objeto que se proponían, cual era separar a remolque las embarcaciones que chocaban contra el muelle.



(Muelle de Río-Tinto, primeros s.XX)

¡Se salvó!

El río vaciaba con extraordinaria corriente la inmensa cantidad de agua que el fuerte viento y la marea había hecho entrar.
El viento, no cejaba en su furia y siendo contrario a la corriente, la batía, produciendo en el canal del río oleaje imponente, que solo podía apreciarse en toda su importancia, desde donde nosotros estábamos, sobre la plataforma del muelle.
Los capitanes de los buques atracados al muelle discutían con el señor Moliní sobre la mejor manera de asegurar sus buques, pues temían que la venidera marea, de no cesar el fuerte viento, les había de dar que hacer.
Todo los buques anclados en el puerto tenían los hornos encendidos y las máquinas en disposición de funcionar para defenderse caso de faltar las cadenas, solo los atracados en el muelle tenían los fuegos apagados, confiados a que se asegurarían bien al muelle.
En la forma y manera como se había de hacer más seguro e amarre estaban ingenieros y capitanes, cuando oímos grande vocerío por la parte estribor del muelle. Nos asomamos y vimos venir con rapidez vertiginosa, impulsado por la corriente, un botecillo pequeño, para la pesca por los esteros, y en el un joven como de 22 años, que con los remos pretendía dar dirección al botecillo para sesgar la corriente. Esta le precipitaba contra el muelle, corriendo gran peligro si tropezaba con alguna de las columnas. 
Como por encanto vimos a los obreros del muelle sobre la baranda tirar varios cabos salva vidas, para que al pasar el del bote por debajo del muelle cogiese alguno de ellos, como al fin lo cogió; pero amante el pescador de su bote, en el que iban las redes y aparejos de pesca, pretendió salvarse el conjuntamente con el bote, y al tomar el cabo trato de afianzarlo al bote.
Al tironazo de la corriente el bote gira con rapidez, choca de costado con una columna, salta en astillas que arrastra la corriente, se siente el cabo suelto y no vemos al hombre: ¡se ahoga! exclamamos todos. Los tripulantes de una pareja dan voces, y por señas dicen que el pescador se encuentra cogido a una columna, más desde arriba no se le ve y es imposible tirarle un cabo.
Hay momentos de angustia. A un hombre que viene hace tiempo luchando con los remos contra la furia de la corriente no debe quedarle mucha fuerza; la columna gruesa y difícil de abarcar con los brazos y el fuerte oleaje bien pudiera de ella arrancarlo.



(Vista parcial del puerto y Muelle de Río-Tinto, primeros s.XX)

Un valiente obrero salta la baranda con un cabo en la mano, e inclinando el cuerpo hasta poder mirar por debajo del muelle, logra ver al naufrago, y echándole con acierto el cabo, aquel lo coge, y tirando de arriba, logran ponerlo en salvo.
Solo supimos que era hijo de un tal tío Pepe Luís, que habita en la calle de La Palma.
El muchacho corrió hacia el dique por si lograba encontrar allí restos de su embarcación y artes de pesca.



(Inundación del muelle de Larache en 1926, Huelva)

La riada

Ya por agua  del río que asaltara por algunas partes la población, ya también por el agua llovida, se inundaron todas las partes bajas, principalmente las calles Tendaleras, Duque de la Victoria, Zafra, Rafael Guillén y otras muchas, produciendo no pocos perjuícios en algunos almacenes y casas particulares que se arriaron.
La fuerza del viento arrancó algunas monteras de cristales, y algunas paredes de edificios se vinieron a tierra.
El domingo 10 de marzo del presente año ha de ser fecha no olvidada en Huelva. Personas de más de sesenta años aseguran no haber conocido otro igual.

De los que más perjuicios han sufrido en la bahía, son; la señora viuda e hijos de Rodríguez, que creemos son tres los barcos que se le han destrozado e ido a pique; la señora viuda e hijos de Duclós, y don Rafael Manzano.
Los demás barcos perdidos son el laúd San José, de Cartaya; un falucho de Ayamonte cargado de cal, y otros, hasta el número de 12.


(Inundaciones del puerto en 1962)


Al vaciar el río veíanse arrastrados por la impetuosa corriente algunas vigas del depósito que don Gustavo Baranda tiene en el Molino de La Vega, palos y despojos de barcos, leña de montes y sin número de carneros, cerdos y alguna res vacuna.
En la ensenadilla del Dique recogieron algunos marineros varios carneros y un cerdo.
Sin duda el río al cubrir casi por completo las marismas desde Huelva a Gibraleón, ahogaría bastante ganado que arrastró en su descenso. 

En el casco de la población volaron muchas chimeneas, tejas, ladrillos, cornisas y algunas monteras de hierro y cristal, cayeron algunos cobertizos y varios muros, se rompieron infinitos cristales, y en las inmediaciones de la población, y aún dentro de ella, en huertos, corrales y jardines, el viento hizo muchos destrozos, arrancando muchos árboles y arbustos; por fortuna no ha habido que lamentar desgracias personales, por lo menos nosotros no conocemos ninguna.

En el jardín de la casa de Riera (La Placeta), arrancó el viento una grande y hermosa palmera.



(Avda.Hispanoamerica. Inundaciones del puerto en 1962)

Como se temía que la marea de la noche había de ser todavía mayor, la pasaron en vela todas las familias que habitan los pisos bajos en las calles que fueron inundadas durante el día, más por fortuna, la marea, aunque correspondía en el orden natural ser mayor, no lo fue; pues el viento no fue tan fuerte y además había rolado hacia el S.O. no metiendo por consiguiente en el río tanta agua, alcanzando en su altura máxima 25 centímetros menos que la anterior.

En la mañana de ayer, sin haber dejado de soplar con fuerza el viento, se había llamado hacia el Oeste, limpiando de nubes el horizonte, rápidamente empujadas hacia el E.


(Vista parcial nocturna del Muelle de Río-Tinto en la actualidad)


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