Un año más ha llegado el mes de febrero y con él la celebración del Carnaval Colombino, y yo, como primer edil de la ciudad, no puedo dejar de felicitar a la FOPAC por su trabajo y dedicación a un evento que revela la verdadera idiosincrasia de un pueblo marinero, solidario y alegre como es el onubense.
Sin embargo, el Carnaval es el pueblo, y por ello tengo que expresar también mi reconocimiento a todos los ciudadanos que son los que realmente hacen posible que, año tras año, renazca el verdadero espíritu del Carnaval: la explosión de la alegría.
En estas fechas tenemos que unirnos para ser capaces de sacar a la calle nuestras vivencias, airearlas y convertirlas en música, comparsas y murgas.
El Carnaval Colombino tiene que ser un reflejo de cómo vamos, poco a poco, adentrándonos y descubriendo nuestras raíces, tradiciones y, sobre todo, nuestras verdaderas señas de identidad. Tenemos que conseguir que sea una muestra real de alegría, deshibición y solidaridad e intentar, en estos días, disfrazar nuestros sueños de ilusiones y abrir la puerta del corazón a un concurso, consolidado, de agrupaciones; sin dejar al margen un objetivo para 1992: lograr un verdadero carnaval popular y que tenga su máxima representación en la calle
Juan Ceada Infante
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