jueves, 24 de abril de 2008

...Y el cura ascendió a los cielos.

La singladura intrépida de Adelir Antonio de Carli comenzó el domingo pasado en el puerto brasileño de Paranaguá, donde el sacerdote, bajo la mirada atenta de sus amigos, se ató con un arnés a 1.000 globos de helio, saludó, dicen que sin mucha ceremonia, a los que habían ido a despedirlo, y acto seguido dejó que el ramillete colorido lo elevara por los cielos.

Llevaba encima pocos pertrechos, básicamente agua, barritas de cereal y cápsulas energéticas, y su objetivo era recorrer 500 kilómetros hacia el interior y aterrizar en Cascavel o Maringá. Demasiado indefenso ante las fuerzas de la naturaleza, su transporte fue presa fácil de los caprichos del viento, que lo empujaron mar adentro. Su última señal de vida se escuchó el mismo domingo, poco antes de que dieran las ocho.


El cura De Carli ha desaparecido. Un piloto de la Fuerza Aérea Brasileña avistó el martes los jirones de los famosos 1.000 globos cerca de Florianópolis, al sur de Paranaguá, pero del sacerdote no hay noticias. Decenas de embarcaciones privadas, helicópteros, un avión militar y varios barcos de la Marina brasileña han intensificado desde entonces la búsqueda, pero cuanto más tiempo pasa más se desvanece la esperanza de hallarlo con vida. El Gobierno no descarta que haya podido llegar, a nado, a una de las numerosas islas que circundan el litoral sur del país.



POR LOS CAMIONEROS



El estrambótico viaje de De Carli tenía por objetivo promover la llamada Pastoral del Transporte, una iniciativa religiosa que él mismo puso en marcha hace años con el fin de ayudar a los miles de camioneros que anualmente pasan por el puerto de Paranaguá. Su idea era recaudar fondos suficientes para iniciar la construcción del que ya había bautizado como Santuario del Transportista, y se le ocurrió que la mejor manera de llamar la atención era batiendo el récord mundial de vuelo con globos de helio. El extravagante sacerdote no se lanzaba exactamente de cabeza al vacío: en enero ya había hecho lo mismo, solo que entonces utilizó 500 globos, recorrió algo más de 100 kilómetros y permaneció en el aire cuatro horas. De Carli calculaba que el viaje hasta Maringá le tomaría unas 20 horas.


El moderno Ícaro solo había recorrido 90 kilómetros cuando llamó a la parroquia para decir que tenía problemas. "Estaba aún sobre el océano", dijo una de sus colaboradoras. De Carli, de 41 años, subió con la ayuda de sus globos hasta una altura de 5.000 metros, y se sabe, o se intuye, que el Gobierno brasileño no está dispuesto a gastar recursos indefinidamente para buscar al cura loco. "La búsqueda continuará por un tiempo", declaró un responsable de los bomberos



http://youtube.com/watch?v=f3cYRO-mHpI&feature=related


Mauricio Bernal -Bogotá.

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