jueves, 27 de noviembre de 2008

1988-Pregón de D. Manuel Almendros (Texto)

CARNAVAL HUELVA / CARNAVAL COLOMBINO "Por Blas Miguel Hernández"

Si tuviera la posibilidad de ser una animal escueto, millonario y enojadísimo, me negaría. Tampoco querría ser rey de chimenea. Y tambien renunciaría a ser cabra, aunq

ue no a estar como la cabra de Otilia, a retozar como la cabra de Otilia. Y menos, cuando a las hojas del calendario les llega el cosquilleo, el picorcillo sensual de las carnestolendas huelvanas.


Si señores, es preferible, antes de vernos las moraduras del alma en el espejo cuaresmal, ser choco entre los cálidos pechos de las viudas, pierrot, destino confuso, un retal de la locura, una máscara, un cascajo tras la batalla del amor, una bullanga caliente, un técnico en carcajadas, una zarabanda en brazos de la pasión, una revolución besable...o, simplemente, una tierna y solitaria serpentina tras el entierro del choco. Sí, una alquimia para el amor y otra alquimia para el placer. Mejor esto que no un "pasmao", un deliquio en el limbo de la falsedad y la mojigatería. Definitivamente, quiero ser choco, choquero, rociero, cintero... en los veranos marineros: en el coso taurino de la Merced, litrista o litrero; y aquí, ahora y por siempre, carnavalero.

Soberanas de la belleza, la fiesta y la ciudad, os pido permiso para continuar. Excelentísimas autoridades, señoras y señores...

El género humano no soporta demasiado bien la verdad. De ahí que una vez al año, algunos un año cada vez, tengamos la necesidad de desnudarnos en cuerpo y alma para no morir como fetiches con toda la necedad a las espaldas. Y es que ya no admitimos una vida mutilada, porque en ella no hay enjundia suficiente para ser hombre total. Es decir para amanecer de espaldas barrenando la eternidad.

Por eso Huelva entera va a asomar a los cuatro vientos, su pecho festivo, su calentura "chicholínica", su gesto chirigotero, su garganta gorja y su pícara ironía; su crítica zoila y esperpéntica, su sabia metodología de la felicidad y sus nobles raíces de princesa encantada. Toda Huelva derramada en calles y plazas en este Carnaval Colombino 88, haciendo olímpico y actual su tiempo pretérito; fantasía, amistad, imaginación y sentimiento, canciones, coplillas, amor a la tierra y ejemplo carnavalero para el mundo. Fiesta callejera y popular en unas celebraciones que se perfilan ya como las alegres, sinceras y transgresoras de lo cotidiano y de lo aburrido. Y si alguien lo pone en duda, es que no es carnavalero y habrá que prestarle una cucaña florecida y un poco de lujuria para que se afine y una diosa parrendera para que se entere.

No, no hay trivialidad intencionada en estas palabras, ni es el Carnaval, como algunos piensan, una ruina de los valores, sino todo lo contrario; un afloramiento sincero de la escala completa de las posibilidades vivenciales del hombre, desde las físicas y emocionales, hasta las morales y metafísicas, y todas, bajo el redoble de los timbales de la convivencia en libertad. Porque estos son los carnavales: alegría de espíritu y rienda suelta a los veros oprimidos y de las pasiones dulces. Sí, de las pasiones que no matan, sino de las pasiones que tensan los pezones de la gloria y los pitorros de los dioses.

Hombre y mujer, mujer y hombre en una simbiosis eterna, en un eje sobre el que se articula efímeramente la vida: la vida, nestras vidas que también necesitan de su algazara y su escandalera, de su risa saludable, de su sentir colectivo y de su nuevo orden disonante y frenético.


Alguien, un ilustre onubense, soñando con la más virginal de las utopías, nos proponía a un grupo de amigos, no hace mucho en una cafeteía de la plaza de la Palmera, cortar las amarras que unen a Huelva con el costillar hispano, para que esta bendita tierra escapara a un desprendimiento flotante de rumbos atlánticos, hacia otras naturalezas donde la purriela de animales metafísicos de olla asegurada y bla. bla, bla lisonjero escaseara tanto, que ni el ditirambo vanidoso, la adulación aúlica o la indignidad histórica, por ellos ejercida sobre Huelva durante tantos años, llegara a asomar su cretinez puntiaguda, para que Onuba, una de las zonas más bellas y más insignes del paisaje hispano, avanzara imparable hacia el lugar que , por historia, nobleza, generosidad y casta, le corresponde.

Bellísima utopía que ya no es necesaria, porque un huracán de justicia, revelado en certidumbre, empuja a Onuba hacia la definición más clara de su propio ser, sacándola del trance del olvido y del saco de las injusticias.


Huelva se despega del inmovilismo, del paternalismo, del abusismo y de todos los ismos con una fuerza arrolladora que ya nadie podrá parar. Huelva se revitalizará y se modernizará. Huelva está lanzada a la conquista de este viejo mundo, como ya conquistara el otro en una gesta histórica sin precedentes. Y lo hará, cueste lo que cueste, porque hay alma y coraje para realizarlo.

Por la Costa, por la Sierra, por el Andévalo, por la ruta Colombina resurge el hombre con su voluntad de progreso, con su visión diáfana e ilusionada de futuro. Ahí están los campos verdeando trigales, viñedos, naranjales, fresales... La Sierra enseñoreando una belleza casi divina, por donde se descuelgan pueblos como estrellas. La Costa, larga, cálida y suave con unas aguas deliciosas y con un turismo cada día más apegado y más multiplicador. Una potentísima industria química que busca con ahínco restaurar el entorno mediambiental. Una riqueza pesquera, agrícola y mineral formidables. Una historia profunda e ilustre, una cultura, una gracia y un duende que... que es una locura. Todo.
Viven ustedes en un paraíso. Esta tierra es una gloria por descubrir y no me canso de decirlo. Huelva me recuerda cada vez queme viene a la memoria uno de esos cuentos orientales en que se habla de seres nacidos al amparo de una buena estrella. Vienen hacia ellos las hadas bondadosas y cada una de ellas otorga un don, regala, adorna con una virtud, con una gracia nueva. Sois como los niño de aquellas fábulas "charmantes": pertenecéis a un pueblo privilegiado, para quién la Natualeza ha derramado a manos llenas sus bienes. Aquí solo falta ordenar y racionalizar tanta fecundidad con un buen equipamiento de servicios y estructuras humanas, para que Huelva sea, en un corto espacio de tiempo, una provincia envidiada, modélica, una zona envidiada por todos los coterráneos, un lugar paradisíaco para vivir, un paraje donde soñar.
¡Adelante onubenses!. Luchad por vuestra tierra, por vuestros hijos y por vuestro orgullo. No os dejéis llevar por la indolencia y el abandono. Y sobre todo, no os dejéis engañar por la estulticia de los neodómines de baleo y dornajo. Velar por vuestras pertenencias, por vuestra idiosincracia y construir entre todos el futuro con la grandeza de vuestro amor. Y al señalar estas verdades, si me dejara llevar solo de mis sentimientos, podría caer en algo que para algunos fuera adulación. Pero no hay peligro de tal cosa. Ciertamente no soy adulador y así me ha ido en ciertas ocasiones. Pero tampoco soy pesimista, porque el pesimismo es indicio de inferioridad, busca lo malo antes que lo bueno, y aquí no hay razones para ello.
Y buena prueba de este renacer onubensen todos los órdenes es el Carnaval. Este Carnaval que durante años fue espejo y gloria de Huelva ante el mundo, y al que luego dejó varado la intransigencia de la dictadura, recobra de nuevo su protagonismo, su alegría y su gracia, su exhultación y su ritmo entonando el canto agradecido a la madre Naturaleza y ahuyentando para siempre los malos espíritus de los espurios vendavales de la vida.
Si ya en los primeros años del novecientos, uno de los mejores carnavales del país se celebraba en la ciudad del Tinto y el Odiel, Huelva, junto Madrid, Cádiz y Tenerife, se llevaba la palma carnavalera. Mucho ha llovido desde entonces, pero al paso que vamos, estos carnavales colombinos se situarán de nuevo en los primeros puestos del ranking nacional -como ahora se dice-. Y esto se está consiguiendo con ilusión, entrega y trabajo: esfuerzo como el que vosotros estáis derrochando: y con la participación de todos los onubenses, de todas las capas sociales. Y para corroborarlo, ahí están como ejemplo visible, tocable y abrazable las peñas y asociaciones, las agrupaciones, comparsistas y murguistas, apoyados y alentados por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento. Con esta buena savia carnavalera, no hay duda que el nivel cultural, musical y poético de estos carnavales 88 se elevará al máximo y se proyectará un halito de ilusión sobre los venideros, para que año tras año resulten más brillantes y más prósperos. Yo creo que cada nuevo años, los carnavales de Huelva cobrarán más relieve de madurez, luz de epifanía enmarcesible. Y para ello se necesitan, buenas letras y buena música, letras autóctonas, vuestras: letras y música que hagan historia y fama en Huelva, desde Huelva y para el mundo, como ya lo hicieran en sus mejores años. Pues aquí sobra talento, arte y gracia para ello: aquí hay chispa y duende y guapura para hacer un Carnaval universal y dejar patidifusos a los cinco continentes.
Y en el fondo y en el centro y en la cima de todo este cúmulo de virtudes tan vuestras, aparece el alma de la mujer onubense como llamarada fiel que todo lo abarca y todo lo caldea. En pocos lugares de esta España, o de este mundo nuestro, donde tantas golosinas carnales levantan a los muertos, he conocido mujeres más sensibles, más valientes, más bellas, más delicadas y más inteligentes que las que desafían con su garbo y su finura a esta rosa de los vientos que mezcla y abraza los perfumes agrestes de la Sierra con la serenidad de la Campiña, y el sosiego casi místico y sedativo del Andévalo con el yodo embrujado del Atlántico. Y ¡Máteme Dios si miento, que aquí hay un exponente de belleza, elegancia y dulzura que me permitirá seguir viviendo, que es la mejor razón para poder amar. ¡Estas niñas y estas mujeres elegidas reinas y damas de la belleza y la alegría son símbolos de fascinación, prueba inequívoca de que en Huelva cada primavera florece más hermosa.


Todos sabemos que el Carnaval es intraducible en palabras, porque hay mucho misterio dentro de el, y menos todavía predecible o profetizable, porque nace y se desenvuelve en la espontaneidad del pueblo, que es tono, tradición, arte heredado y modulado a instancia de los tiempos, burla de la gravedad y la rigidez, buceo anímico de la indefinición de nuestro propio ser. Por eso mismo, a las agrupaciones ya veteranas, se incorporan otras nuevas, que satirizan, salibizan, lenguarizan y parodian la actualidad más viva...
Comparsas, chirigotas, peñas, coros, cuartetos y gente "guapa" como: "Pedigueños". "Entre espigas". "Por derecho". "En busca del Tedoro perdido". "Ya van dos pa darle tres garrotazos". "Po yo no tero ir a la miga". "La huerta de Curro Jiménez". "Rozando el aire". "Estamos buenas pero no para tanto". "Echalé guindas al pavo". "Aterriza como puedas". "Diosas del mar". "Arapajoé". "Nin-jan"- "Aires de cabezos". "Los cachondus del senatus". "Los submariquitas de la ría". "Las macedonias". "A cebo vivo". "Ja, ja, ja". "Los rabismeños". "La rusia que nos parió". "Conquero". "Golpe a golpe". "Pieles rojas y manos amarillas". "Tele chismes". "Nerón y sus muertos". "Ellos las crearon y entre todos la liaron". "Torbellino de colores". "Al alba". "Los nicanores". "China ka che como todos los años". "Las cupidos". "Siluetas de Charlot". "Antigua raza". "Con la brocha en la mano". "Tocandome las campanas" y "Las cachondas del 92", se abren el cuello de la camisa, se desabotonan el corazón y... se quitan el rubor llegado del momento para desconcertar y difrutar de ese "revival" nivelador y justiciero que todos llevamos dentro.

Estamos en Carnaval. Un tiempo de ensalmo, de mágia, de transfiguración, donde la sátira y los versos de amor proyectan su mano alargada sobre toda Huelva. Nacieron estas fechas para soliviantar el infierno, para resguardar a Dios de tanto dolor doméstico, para disfrutar de una libertad que la soñamos hegemónica y , al fin, para disolvernos en el vivir cotidiano como el agua de lluvia en la tierra grumosa. Y aquí estamos, dispuestos a ocupar un lugar en el fuego, sabiendo que solo a los simuladores les es dado decir la verdad y que sólo los gestos pueden llegar a ser sinceros. Pues andamos en el averno burlesco y canalla de lo mundano, de lo romántico, de lo carnal, de lo ingenuo, de lo incurable... Y, mientras nos haemos bacanada, carátula, momo, esponja, cubata, delirio sexual y flauta cachonda, acordémonos de aquellos onubenses que por el anchuroso ruedo hispano vuelven sus ojos y su corazón en estas fechas hacia su amada Onuba. Para ellos y por ellos, bebamos en cualquier momento el mejor vino del abrazo familiar, el trago más largo del recuerdo de los ausentes.


Y...en fin, yo estoy aquí porque un loco o dos locos o, más locos me pidieron que 

volviera a Huelva a vocear estos famosos carnavales. Y aquí alargo mi palabra para cumplir con un deber de afecto con esta, para mi, entrañable tierra. Demasiada suerte para otro loco. Empero, como este año la suerte pinta de azul y blanco, colores muy amados por todos, me siento muy feliz, y aventado estoy con todo mi cariño los futuros cordiales del carnaval onubense, que como todos los carnavaleros empezaron su mofa, su teatralidad disfrazándose con la "angélica" hoja de parra. Por eso, convendría evocar, aunque solo fuera de pasada y con el rabillo de la nostalgia, las antiguas carnestolendas del Teatro Colón, del Círculo Mercantil o del Teatro Mora -por citar algunos ejemplos- para volver a descubrir a través de las ideas y de los sueños de los mundos que nos recrearon. Pues que, todo lo perdido desea ser hallado de nuevo, amado y devuelto a sí mismo para expresar lo inefable. O, tal vez, -como decía Thomas Wolfe- para recordarnos que "somos los engañados del tiempo". Los alegres y eráticos engañados de un tiempo que astillamos con nuestro corazón hasta hacerlo surco enamorado.

La verdad es que ya nos rodea el Carnaval, nos abraza y se nos cuela por el pelo, por la piel, por la cintura, por la sangre ¡Carnaval!, luego erotizado por demonios que se han vuelto ángeles y por vírgenes que se han vuelto locas. Tiempo donde el hombre se viste en las tinieblas, mientras la mujer se hace la primera rosa de la madrugada. Aménse los vivos a los vivos, los impares a los pares, los seises a los nueves. Corónense albas con orejas, de disparates con alma...Carnaval, tiempo de manos inquietas y de sexos calientes. ¡Tiempo polvoriento!.


Mañana en Huelva habrá un aire nuevo, un espíritu festivo, una turbulencia llena de ternura, una ilusión astronómica para gozar a nuestras anchas...Ya ha empezado la zarabanda, y el desmadejamiento carnavalero, y hasta que el gato de la pena se despierte de su fiesta con un fandango de Alosno, y el humilde cho sea enterrado en el moridero de los pobres, un frenesí de feria humana asaltará las calles y las plazas de esta huelvas universal, buscando el tálamo del regocijo la pasión, el altar de la amistad, y el milagro del amor.
Yo os incito, queridos amigos, que a través de de vuestros carnavales lleguéis al llameante cenit de la felicidad. Yo os animo a que no dejeis títere con cabeza, ni cabeza con disfraz: carna a carne, eso a beso, caricia a caricia, gota a gota. Y allá los tristes, allá los cuerdos, allá los puritanos...¡Allá ellos, allá ellas, allá ellos!

Por todos vosotros, levanto mi corazón agradecido...por Huelva. Y por estos carnavales. ¡Felices carnavales! y ¡feliz locura!.

D. Manuel Almendros / Palacio del Cine, Huelva / 30 de Enero de 1988.

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