sábado, 9 de abril de 2011

2011-Pregón de D. Manuel Silván (Texto Introducción)

CARNAVAL HUELVA / CARNAVAL COLOMBINO "Por Blas Miguel Hernández"


INTRODUCCIÓN

   Los orígenes del Carnaval se remontan más allá de los testimonios legados y sobre el transcurrir de los tiempos, se ha celebrado bajo infinidad de acepciones, etimologías y rituales.

  
 Pero en los tiempos modernos, la tradición oral, la memoria histórica dicta que por Febrero, el Carnaval despierte impaciente y de forma natural para rebelarse contra las penumbras del lúgubre invierno, por donde merodean los pejigueras, cataplasmas y los difuntos, medio perdidos entre la neblina y el tedio.

   El Carnaval llega para recibir la primavera, con toda su luz y gozo. Es un acto reflejo de la naturaleza humana. Ni más ni menos.

En nuestra ciudad, los documentos más antiguos de prensa escrita, datan de mediados del siglo XVIII. Con anterioridad a esas fechas quedaron grabados, pinturas y abundante literatura que atestiguan y describen con detalles, el arraigo y la popularidad que las fiestas carnestolendas tenían entre las distintas capas sociales.

Ello hace suponer que siendo la vieja Onuba una de las ciudades más antiguas de Occidente, cuna de grandes civilizaciones e incluso anteriores a Cristo, cuyos destinos estaban unidos a la práctica habitual de paganos ritos de adoración a sus deidades más generosas, sería lógica su perpetuación hasta nuestros días, bajo distintas onomásticas y por supuesto, sometidos a los diversos avatares políticos, sociales y sobre todo, religiosos que acontecían en la época.

Ya en la Biblia se menciona la existencia de un pueblo, Tharssis, de exquisita civilización, sabiduría y riqueza. Moisés, en el versículo 5 del capítulo XXII del Deuteronomio, anatemiza (condena) la práctica de intercambiarse las vestiduras hombres y mujeres por ser abominable a los ojos de Dios, lo cual nos lleva a la conclusión de que ya entonces existía una fiesta de carnaval, donde cada cual se disfrazaba como quería, sobrepasando las normas establecidas y soportando una incruenta represión por su desacato.

¿Cómo no iba a existir en la Onuba de los Tartessos, nuestra vieja Huelva, una fiesta tan magnífica, siendo una civilización más culta y cosmopolita que la hebrea?­.

Durante la dominación romana y musulmana, también debieron brillar las susodichas bacanales pero con el pueblo sometido a la dictadura de los poderosos, aprovechando esas ocasiones para criticar y satirizar su opresión, a la par que desfogaban sus miserias, amparados en el anonimato del disfraz y la máscara.

Estas particularidades, caracterizan las fiestas de Carnaval y en ellas residen su inmenso valor, su grandeza, porque otorgan la libertad a quienes no la tienen y este derecho es reconocido por todas las culturas y naciones como el bien más preciado de los hombres, aunque algunos se empeñen en lo contrario.

Aquí, en Huelva, siempre han gozado de excelente prestigio sus tradicionales murgas y fue aquí donde se inventó ese tipo de agrupación carnavalera que ha merecido una acepción propia en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

Han de saber y nunca olvidar que la palabra Murga es originaria de nuestros puertos, siendo definida como una agrupación de músicos callejeros que interpretan coplillas improvisadas de contenido crítico o satírico para su solaz y común divertimento.

Desde aquí os propongo que desde ahora usemos, con gran orgullo el nombre de Murga para denominar a nuestras agrupaciones en vez de la impropia Chirigota, cuyo honor les cabe a nuestros simpáticos vecinos gaditanos. Ya va siendo hora de hablar claro y sin complejos, sino pregúntenles a nuestros paisanos de Isla Cristina o Punta Umbría.

Muy antiguas, incluso antes que las murgas surgieron las estudiantinas, precursoras de las comparsas y tunas actuales, ellas al calor de los movimientos estudiantiles de la época y que gozaron de gran popularidad en las Américas y que hasta Las Filipinas llevaron los soldados españoles, defensores de aquel imperio, sembrando la semilla de los cantes de ida y vuelta como son las actuales habaneras, colombianas, cumbias, guajiras y demás sones, hoy llamados latinos.. .por algo será.

Debemos reclamar lo que por historia es nuestro y dejarnos de importar términos foráneos que al final, los perdemos y se nos vuelven en contra, como ya está pasando... que la gente olvida y se queda con lo que no les corresponde.

De todo ello dan fe multitud de dibujos, grabados, literatura, prensa y fonografias recogidas que justifican la grandeza de una tradición muy entroncada con el pueblo de Huelva.



Así, cuando un grupo de majaretas, allá por el año 1983, decidimos tirarnos a la calle por Carnaval, no hizo falta mucha parafernalia para que el pueblo saliera de su ostracismo y en tropel, tomara las calles de Huelva para reflotar la vieja nave del Carnaval que una dictadura cruel e infecunda pretendió borrar -para siempre- de la historia, a base de garrotazos y presidio, sin conseguirlo.

Los carnavales han sido carne de persecución y horca durante muchos periodos históricos de la Humanidad y siempre que ocurrió su prohibición fue porque al poder le molestaba la libertad que emana de la propia celebración, su denuncia contundente contra la opresión, las tropelías de los jerarcas y sus concubinas, los reyezuelos con su derecho de pernada, las falsedades de las clases prominentes y sus esclavos, la tiranía y corrupción de los gobiernos al uso, las hipocresías del clero con su falsa humildad habitando grandes palacios episcopales, mientras el pueblo se moría de hambre y de peste, a cambio de terribles penitencias, crueles suplicios y sobre todo mucha plata y oropeles para las capillas y los santos.

¡Ay!.. .los grandes padres de la moral, el imperio de la curia, que no la religión en sí, cuán enemigos son de la libertad!!

Las plegarias no llenan el estómago, sólo aligera el paso hasta la negra boca de nuestra tumba que se abre, inhóspita, en el suelo...Por eso sigue vivo el Carnaval y por siempre seguirá viviendo, para rebelarse contra las tiranos, sus secuaces e hipócritas.!!

Distinguido público, ya tenemos a las puertas de la ciudad la solemne comitiva de musas veneradas, con su corte de genios enmascarados, los trotamundos con sus comadres y una legión de saltimbanquis, musicuelos, desterrados, locos de salón, "carapapas" y pintureros que llegan pletóricos y jubilosos para saciar nuestros espíritus de alegría y desenfreno, de jolgorio y color, de risas y motes...

¡Llega con nuevos bríos la gran burla universal, el reino de la mímica y el disfraz, las lúdicas carnestolendas, el carnaval glorioso y variopinto, la fiesta de las máscaras ¡

¡Ay...las máscaras,...la máscara!

¡ El más versátil objeto de deseo, emblema mítico y místico por antonomasia del reino de Momo!

La máscara. . . la de los mil gestos involuntarios, aijada de nuestras vergüenzas y frustraciones, venerada en un rito ancestral ni pagano ni creyente, legado de bohemios y faranduleros, transformista de sentimientos, espejo de cornudos y libertinos.

La máscara.., mil veces añorada y mil veces maldecida, sinónimo de expresiones reprimidas, elixir mágico de males inconfesables, pérfida colaboradora de la burla y el drama, sutil aroma de libertad.

La máscara siempre en nuestros actos cotidianos, camuflada de infinitas maneras insospechadas, nuestro pecado más común.

Pécora, incongruente, libidinosa, carismática, brillante e indecorosa.

La máscara tiene color de lujuria y aroma de verdades, convive con la magia de los sueños hechos realidad.

Baluarte de inconformistas, rompecorazones y enamoradora, transparente y confusa como las paradojas, literatura de plebeyos, nudo de traiciones y alimento onírico.

La máscara.., llegando el mes de Febrero cobra vida y se hace imprescindible para celebrar el agnosticismo oculto en el espíritu de los humanos.

Es el medio de expresión más usado por los seguidores de Don Carnal y es tal su plasticidad que abarca cualquier expresión de los sentimientos, indemostrables por otros medios.

Desde que el hombre surgió a la vida, se valió de sus poderes para revalidar el protagonismo de tantas leyendas antiguas. El bien y el mal se disfrazaron incontestable mente para realizar su trabajo. Todas las religiones, todos los ritos y creencias se valieron de la mascarada y su dualidad permisiva para lograr sus fines. Su enorme simbología la erige como el más antiguo medio de expresión, incluso antes de que el hombre supiese hablar

La máscara no necesita palabras para convencer, hacer reír o llorar, embelesar, entretener, dictar, reunir, mitigar, trasponer, provocar, lucir o embellecer. La máscara habla por sí sola. En definitiva, la máscara es tan nuestra, está tan dentro de nosotros como la sangre que nos nutre.

¡¡La máscara es el espíritu del Carnaval!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Q alguien me diga q no es verdad q el alcalde ha nombrado a su amigo Francis Tinoco como Pregonero del carnaval de Huelva del año q viene. Q alguien me diga q no.

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