miércoles, 3 de abril de 2013

2013-Pregón de D. Emilio Gutiérrez (Texto IV)

CARNAVAL HUELVA / CARNAVAL COLOMBINO "Por Blas Miguel Hernández"

IV- "La primera vez"


      Es muy común a todas las personas que la primera vez que nos embarcamos en algo, sea recordado por nosotros de una forma muy especial, con gran cariño, ya sea el primer beso, el primer amor, el primer te quiero... para los carnavaleros todo esto es igual pero también nos ocurre con el primer disfraz, la primera agrupación, la primera copla…



   Aún recuerdo con gran afecto mi primer disfraz. Fue en mi querida Isla Cristina, de donde era mi padre, en la cabalgata de 1980. Me viene a la memoria como aquel día mis tías al vernos llegar dijeron: “Venga, todo el mundo a disfrazarse que hoy es la cabalgata”. 
   Comenzaron a sacar disfraces de un gran baúl y yo alucinaba al ver a mi hermana Rocío de mejicano, a mi primo Aníbal de marinero y sobre todo a mi hermano Maxi, el decía que de inglés, aunque en realidad iba de un rebujo entre doña Croqueta, los Invertidos y la tía Manoli que no veas. A mí en el reparto me tocó un disfraz de pingüino que me quedaba un poquito ajustado. Ese día aprendí lo que es meterse en el tipo, ya que se me fueron las costuras de la zona noble y la gente al verme andar decía: “Hay que ver lo bien que hace ese niño el pingüino”. 

   Ese fue mi primer disfraz, mi primera agrupación ya os he comentado que fueron “Los Bucaneros” y mi primera copla para adultos, la escribí para la comparsa “A Remo y Vela” de la peña “La Noria y decía:

“Cada mañana temprano yo le veía en el muelle…”

   Bueno creo que mejor que un servidor, lo hará la persona que me dio la oportunidad de cantar y de escribir aquella letra, D. Manuel Correa. 

-Manuel entra en escena acompñado de Antonio Presa con su guitarra-

Manolo canta el pasodoble del  “Viejo Marino”

Cada mañana temprano
yo le veía en el muelle
entre el crujir de las barcas
paseando su vejez.
Oliendo siempre a pescado,
a marisma y a salinas
iba el bueno de Manuel.

Un viejo abrigo cubría
cada pliegue de su piel
y una gorrilla escondía
las canas de quien ayer
fuese un hombre, marinero
que en lucha contra la mar,
¡Ay la mar!
Le fue arrancando su sustento
para que a su familia
nunca le faltase el pan.

Quemó su vida
sobre cubierta entre los remos
de su barquilla.
Cada mañana…
yo le veía en el muelle
con su gorrilla, su viejo abrigo y “toas” sus canas,
desde que un día lo jubilaran
de ese trabajo desde chaval.
Sin avisar…
Una noche de invierno se marcharía
Sin avisar…
dejando las mañanas triste y vacías.
Viejo marino…descansa en paz.


   En aquella comparsa, conocí a una de esas personas que más me satisface haber conocido en esta fiesta, a mi buen amigo Juan Franco, a quien no podía pasar por alto esta noche y mucho menos tras la presentación que hizo de mi cuando fui elegido pregonero, gracias Juan.

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