jueves, 7 de enero de 2016

2003-REVISTA OFICIAL "El Carnaval de Huelva 1880-1936"

CARNAVAL HUELVA / CARNAVAL COLOMBINO "Por Blas Miguel Hernández"


Contar en qué consiste una fiesta a sus propios protagonistas resulta una tarea comprometida, de enorme responsabilidad además de difícil aun conociéndola de cerca. Por otro lado, hacerlo sobre el Carnaval de Huelva entre 1880 y 1936 supone ocuparnos de una época poco conocida pero no por ello menos relevante ni de escaso interés, sino todo lo contrario. Y a pesar de todo, agradeciendo a la FOPAC su invitación, escribo esta breve página como saludo al Carnaval Colombino.

En Huelva se celebra entonces una fiesta muy extendida por toda la península, con elementos muy similares al Carnaval de tantas otras localidades de la época: Sevilla, Cádiz, Santander, Madrid, Barcelona…, si bien con algunas peculiaridades locales.

Aunque a lo largo de toda la época la fiesta cambiara en algunas de sus manifestaciones y actos, o incluso en la extensión de sus días denominados “oficiales” de celebración, en Huelva se vivían días de animación, bullicio y broma. Las máscaras recorrían las calles de la ciudad (que en estos días gozaban de alumbrado público especial), como la de la Concepción y adyacentes o en el paseo del Muelle; también por las calles a la vez que en salones y otros establecimientos, ofrecían sus canciones y coplas, comparsas, murgas, tunas o estudiantinas, orfeones con o sin rondalla, de la capital y de otras localidades de la provincia (Corrales, Gibraleón, Bollullos, Trigueros, etc.) o incluso de Sevilla y Cádiz; se celebraban bailes de máscaras, algunos para niños, en salones, cines y teatros; la banda de música de la capital daba conciertos; se arrojaban con profusión y entusiasmo papelillos para alegría de sus industriales y vendedores, aunque a veces fueran acompañados de “polvo porquerías” después de ser recogidos de suelo y vueltos a lanzar.

Este Carnaval que se vivía en Huelva también compartía con el de otras localidades el entramado sociocultural, económico, político, ideológico y religioso (no olvidemos la vinculación del Carnaval con el calendario litúrgico y su carácter de preludiar a la penitente Cuaresma), contexto en que los grupos hegemónicos buscaban el control de la fiesta, del Carnaval denominado despectivamente “callejero”, considerado peligroso, desordenado y de costumbres degradadas. No es solo en Huelva donde el ideal burgués de la fiesta “culta” pretendía combatir este Carnaval, sin embargo bastante popular, el de la gente con menos recursos que lo vivía principalmente en la calle y que no podía acceder a los más elitistas bailes de la “distinguida” y “elegante” sociedad local. Este otro sería considerado el Carnaval propio de una ciudad “culta” y se utilizaba como modelo para el adecentamiento de la fiesta. De este modo se buscaba transformar y reconducir el Carnaval, a través de su control y reglamentación, hacia la fiesta de la estabilidad social potenciando manifestaciones y comportamientos cargados de compostura, decencia, moderación y moral pública, y que a la vez proporcionara beneficios económicos y permitiera ejercitar la caridad e instruir al pueblo.

La fiesta fue sobreviviendo y transformándose a lo largo de la época que hemos tratado, pero para finalmente desaparecer bajo la aún más represiva dictadura. El Carnaval, a pesar de todo, de su reglamentación, control y adecentamiento, constituía una vivencia de enorme relevancia para la gente de nuestra ciudad y a través de sus agrupaciones musicales y de sus coplas, una entre sus más variadas prácticas y celebraciones como hemos comentado, contribuía a dar sentido a su vivir cotidiano y a su modo de entender el mundo.

Francisco José García Gallardo
Doctor en Historia. Licenciado en musicología.
Profesor del Área de Música de la Universidad de Huelva.
Facultad de Ciencias de la Educación.
Premio Diego Díaz Hierro de Investigación en su séptima convocatoria (2002)

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