jueves, 22 de septiembre de 2016

1995-REVISTA OFICIAL "De nosotros depende también que..."

CARNAVAL HUELVA / CARNAVAL COLOMBINO "Por Blas Miguel Hernández"


   Dicen que el doce es un número mágico, quizás lo sea, de lo que no cabe duda es que no es un número más. El doce, aparte de ser doce, es también la docena, es el número que antecede al de la mala suerte, o sea al trece, los doce Apóstoles, las doce uvas de fin de año, las doce, mitad del día, la hora mágica, la hora de las brujas, los doce meses del año… Queridos carnavaleros, disculpadme si he comenzado mi salutación anual con un pequeño tratado matemático basado, eso sí, en el número doce, que por cierto es el número de años que cumpliremos los carnavaleros desde el resurgir de las carnestolendas colombinas. Este del 95 se presenta como crucial para el devenir de los próximos carnavales, y porque estoy convencido de que el doce es un número mágico, espero que venga cargado de magia limpia y sincera, de magia colectiva y de un derroche de preludio encantados y maquillado con tonos vivos y contagiosos de euforia festiva y al compás de una musiquilla tan simple como u tachín-tachán nos demos cuenta y sepamos contagiar uno por uno a todo el pueblo de Huelva, cual si se tratara de una gran epidemia de risas y sueños o dicho de otra manera, de CARNAVAL.
Afortunadamente ya pasó el tiempo de lo novedoso, el tiempo de ¡Vamos a ver como es todo este entramado! Ahora en esta larga singladura por el mar de las tradiciones choquera no queda espacio para las debilidades y las dudas y por encima de todo no podemos permitir que florezca en nuestra árida tierra de labor la del ortiga del desencanto y mucho menos, el cardo espinoso de la apatía que según algunos, siempre encontró buen follaje por estas lindes y latitudes, sobre todo cuando se trata de evolucionar y ser creativo dentro de nuestras costumbres, cuando a estas tratamos de darle un sello distinto a l de otras zonas de tradiciones parecidas a las nuestras. Alguien dijo alguna vez que “equivocarse es de humanos”, de acuerdo, pero a esto yo le añadiría la coletilla de que cuando nos equivoquemos y rectifiquemos porque alguien nos recrimine o simplemente porque nos demos cuenta de nuestro lapsus, por lo menos que reconozcan que hemos querido ser innovadores y hemos arriesgado tanto como nuestros conocimientos nos lo permiten, pero que sepan que no vamos a tirar la toalla y que seguiremos y seguiremos en la brecha amparados en otro refranillo del acervo y rico refranero castellano que dice: “tu duro, yo paciencia”. Hay por ahí quienes piensan que el Carnaval no es solo disfrazarse y salir a la calle cantando y emulando a la más elemental de las representaciones “faranduleras” del mundo, o sea la vida misma. Carnaval es un particular manera que todos y cada uno de nosotros tenemos de entender la vida, pero por encima de todos libres y sin imposiciones, de no ser así, podemos llamarlo de mil maneras, pero nunca CARNAVAL. Por eso y porque vivimos en una tierra donde somos lo que somos y estamos para lo que haga falta, debemos todos los onubenses (tanto si somos, como si no somos carnavaleros) unirnos porque de nosotros, de nadie más depende el que: por febrero, recibamos al Gran Teatro vestido con sus mejores galas y abierto de par en par para albergar a todos los que se sienten choqueros y están hechizados por la corte de Don Carnal y Doña Cuaresma. De nosotros depende también el que cuarenta días después de las carnatolendas nos podamos enfundar el hábito nazareno y formemos un rosario de velas por las calles de Huelva mientras una saeta inunda y desgarra el silencio de la noche y entre el chasquido de cadenas; se nos abra el cuello bajo las trabajaderas de los palios y misterios de la Semana Mayor huelvana.

De nosotros depende también que se engalaen las avenidas de nuestra ciudad de multicolores carros de flores con buen cante de la tierra allá por Pentecostés mientras el cohetero, al compás de la flauta y el tamboril nos van dejando en el aire entre pétalos de rosas y la pólvotra cantarina el mensaje de que ya va a ver a la Señora Huelva entera en alas de sus dos hermandades.

De nosotros depende también que nos e marchiten nunca las “agüelas” de los palmitos de nuestro Patrón San Sebastián y que nuestras miradas y oraciones no dejen jamás de peregrinar hacia el Conquero, allí arriba donde casi se pueden tocar las estrellas con las yemas de los dedos cuando con paso cansino suben ahombro los choqueros a la Excelsa Patrona y Alcaldesa Perpetua de Huelva, Nuestra Señora de La Cinta.

De nosotros depende y por eso esta Federación te invitamos a sentirte un poco más onubense: no pretendemos que cambies tu actitud ante las ancestrales tradiciones de Huelva, pero sí desde la FOPAC te decimos que reflexiones, que te des cuenta que somos los mismos para todo, y que todos juntos debemos de luchar para que la nave del sentimiento onubense legue a buen puerto sin haber zozobrado. Deseamos, que el del 95 sea el Carnaval que te catapulte hacia el vacío sin fin de nuestra tradición más controvertida y amena. Engánchate a la fiesta de la máscara y el disfraz, no te arrepentirás, palabra de FOPISTA carnavalero.

Luis Díaz Escobar
Presidente de la FOPAC

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