domingo, 18 de septiembre de 2016

1996-REVISTA OFICIAL "Director Festival de Cine Iberoamericano"

CARNAVAL HUELVA / CARNAVAL COLOMBINO "Por Blas Miguel Hernández"

Como inicio a esta breve reflexión sobre lo que significa el Carnaval, confieso antes de proseguir que si mis conocimientos sobre el mismo son escasos, mi participación en tan sugerente acontecimiento anual siempre ha sido nula. Dicho esto, me siento más libre para escribir desde una perspectiva más objetiva y desapasionada.

Parece lógico formular un análisis iniciativo sobre dos de sus factores más importantes ¿Por qué el Carnaval? ¿Cuál es su significado histórico? ¿Tiene aún vigencia este significado?

Está claro que la justificación carnavalera proviene de tiempos de antaño cuando la presencia religiosa en la vida diaria se hacía mucho más opresiva de lo que es hoy. En un orden puramente callejero arraigó la costumbre de entregarse a diversiones públicas durante los tres días precedentes al primero de Cuaresma o Carnestolendas, es decir: “fuera la carne, abajo la carne, quitarnos la carne”, como alimento prohibido. A este criterio se le unía la inminencia de una cuarentena de privaciones y rígidos comportamientos que ante su anuncio inmediato promovería hasta la extenuación como en algunos casos un brevísimo período preliminar de bulliciosa algazara y diversión sin límite en el que el cuerpo se hartaría de placeres y así afrontar más pacientemente el largo período cuaresmal. Y esa ilimitada diversión se transformaría aún mayor si suplantando a otros personajes con la ayuda del disfraz, se diese rienda suelta a todos los impulsos sin necesidad de ser el de siempre.

La fascinación del Carnaval obtiene la fuerza de expansión que contados puntos de nuestro planeta se marginan de la Celebración. Y hoy independientemente de aquellos más conocidos como los de Río y Bahía, los de Venecia y Munich, en los días previos al miércoles de Ceniza la gente se echa a la calle para festejar el acontecimiento en lugares tan raros e insospechados como el mismísimo Altiplano boliviano.

¿Y qué decir de nuestro Carnaval? Su auge, desde hace pocos años, merced a la ilusión y el trabajo de muchos hombres y mujeres de Huelva lo conocemos todos, consiguiendo el calificativo de ejemplar en muchos aspectos; hombres y mujeres que durante todo el año van dando forma a algo que llevan muy dentro de sus respectivos corazones. El disfraz, la chirigota, la murga, la cabalgata, los estribillos más críticos del momento deben ser siempre impelidos por el buen gusto, el gracejo andaluz y el más amplio sentido de la amistad y la convivencia. La concordia, estoy convencido, es el arma más preciada para unos Carnavales que están vivos. ¡Defended el Carnaval! ¡Que nunca la chabacanería y el mal gusto interfieran el comportamiento y la imaginación de aquellos que realizan una labor encomiable!

José Luis Ruiz

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