domingo, 28 de diciembre de 2008

BLAS "EL PREDICADOR"


Anécdota de pura ley es la vida, minuto a minuto, hora a hora, de aquel carnavalero llamado Blas “El Predicador”, que por su simpatía y sus ocurrencias ganó fama perpetua a los ojos, siempre celosos, de dama tan exigente como es la Historia.

Blas fue uno de los personajes más populares de la Huelva “fin de siécle”. La voz popular le daba el apodo de “El Predicador” por asistir a toda manifestación religiosa y por representar este papel con suma gracia en cada carnestolendas.
Poco se sabe del árbol genealógico del personaje en cuestión, de su origen, de su profesión y de sus amoríos.

Debió nacer, aproximadamente, en la década de los años cuarenta del siglo XIX.
Se sabe que era un trasnochador empedernido que solía terminar la velada en el Café “Nuevo Mundo” con las gentes de postín: todos se timaban por convidarlo.
En Febrero de 1887 se inserta en las páginas de “La Provincia” que “El celebérrimo Blas fue conducido a la cárcel por haber querido pegar a una mujer”.

En alas de la imaginación, hagamos una descripción de sus ser en épocas dedicadas al Carnaval:
Vestido con severa y negra sotana, que en la parte central lleva una franja roja, como corresponde a la distinción de alto dignatario eclesiástico, Blas iría bendiciendo a todo ser viviente que se le cruzara, y con gestos desmesurados ahuyentaría al diablo de forma tan divertida que los presentes tendrían que reír a más no poder…
En suma, por sus gracias y apegos a las carnestolendas, Blas fue un dios bufón del carnaval antiguo de Huelva.

Para terminar este breve bosquejo biográfico, conozcamos un poco más al personaje a través de una anécdota que apareció en las páginas del diario “La Provincia” del día 18 de Marzo de 1893:
“Ayer domingo, acudió mucha gente a la primera misa que se dio en la iglesia de San Pedro, tanta, que el templo se llenó, y Blas y algunos otros que llegaron por los pelos, tuvieron que quedarse a la puerta porque les era imposible penetrar. Al poco rato llegó una señora jadeante y muy sofocada que preguntó a los que estaban en la puerta:
-¿Está muy adelantada la misa?
-¿Llego todavía a tiempo?
A lo que contestó Blas:
-“Señora, llega usted a lo mejor, porque ahora va el primer “trinquis”.


Fuente: Aquellos incomparables Carnavales de Huelva -1989 / A. J. Martínez Navarro.

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