domingo, 25 de noviembre de 2007

Carnaval 1984- El Carnaval en la calle

El primer acto de Carnaval en la calle, tuvo lugar el 25 de Febrero, poco antes del comienzo del concurso de agrupaciones. La Comisión tuvo la feliz idea de realizar un pasacalles con el fin de recavar fondos para el Carnaval, algo que engrosara el escuálido montante de pesetas disponible, ante un presupuesto previsto, que de todas a todas iba a ser superado.
El pasa-calles tuvo su concentración en La Plaza de La Merced, reuniendo a poco más de una treintena de personas, que dieron la consiguiente diana a las 10,30h de la mañana y partiendo desde allí, recorrieron las principales vías del centro, anunciando públicamente el inicio del Carnaval. Entre la comitiva, podían verse disfraces de dráculas, tíos Honorios o catetos, gigantes y cabezudos. Todos ellos acompañados por el sonido de caja y bombo, a demás de las trompetitas con su chirriante sonido y el estruendo de los cohetes que tiraban a su paso para llamar la atención de los viandantes. Mientras los mayores llamaban así la atención, los más pequeños entregaban carteles del carnaval del tamaño de un almanaque de bolsillo, recaudando por ello 25 pesetas, con un lema en su parte inferior izquierda que decía “Hemos colaborado”. Con los comercios se hacía lo propio, siendo el cartel del tamaño folio.

A la par, muchas barriadas de la ciudad, preparaban con mimo el engalanamiento de sus respectivos barrios para la celebración del Carnaval, incluyéndose escenarios para que las agrupaciones realizaran sus interpretaciones durante su visita correspondiente y piñatas, siendo las mismas asociaciones de vecinos quienes promoviesen desde un llamamiento generalizado ésta acción. Cave citar que el vicepresidente de la A.V.V. del Molino, Francisco Jiménez Guijo, en nota de prensa, hacía su llamamiento para engalanar el barrio, así como se mostraba ilusionado con el ambiente que se estaba viviendo ante la llegada del Carnaval. También de la misma asociación, Ignacio Simó Garrido, se manifestaba con éstas palabras;
“Desde el molino de La Vega saludamos la llegada de los Carnavales y deseamos que ésta fiesta popular, además de cumplir para cultivar su primordial objetivo, que es el divertimento, sirva también para cultivar el conocimiento entre gentes y para fomentar la mayor solidaridad entre los ciudadanos. Desde un Molino de La Vega remozado y en línea ascendente de progreso, pero con graves problemas todavía, nuestro saludo cordial a todos los onubenses”.

Así pues, los grupos que participaron en el Gran Teatro, se dividieron las distintas zonas de la ciudad, y durante los días 5, 6, 8 y 9 de Marzo, llenaron sus calles de color, música y alegría. En éste sentido el primero de los días se hizo de la siguiente forma; Los Boquerones fueron a Fuentepiña y la zona de la cárcel, Los Pintores de La Brocha Gorda a la zona de la cárcel y la barriada de El Rocío, Los Musiqueros Locuelos por la zona Centro, Las Gaviotas en la Orden Baja y Charlie Payaso en El Matadero.
Los días 7, 10 y 11, todas las agrupaciones se dieron cita cada una de sus noches en la carpa del Carnaval instalada en la zona del rastro, junto a los bomberos. Donde tenía lugar diariamente una verbena popular amenizada con orquesta.

En la mañana del Sábado 10 de Marzo, previo al día de la salida de la Gran Cabalgata, un jurado tenía previsto visitar los barrios para premiar el engalanamiento y las piñatas que habían organizado. En principio lo que parecía un fracaso, ya que no se presentó ninguna a concurso, fue todo un éxito, ya que de manera espontánea, las calles de las barriadas se llenaron de público participante y se sumaron cuatro barriadas al concurso, pero sin ánimo de competición, teniéndose que realizar la visita en la tarde del mismo día, donde se vivió una festividad poco vista hasta entonces.

Toda la provincia de Huelva estaba de Carnavales y en la capital, fueron muchos establecimientos, discotecas, pub y otros los que organizaron su Carnaval de fin de semana, con concursos, bailes de disfraces, actuaciones y sorpresas, toda una ciudad movida al compás que marcaba el resucitado Dios Momo.

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